Fukuyama 1989/2019

Hace treinta años el pensador estadounidense Francis Fukuyama provocó una extensa polémica en el mundo político e intelectual de la época con el artículo ¿El fin de la historia? Era el año de la caída del Muro de Berlín, símbolo por excelencia de dos modos de vida y de gobierno, el capitalista y el socialista, en que el mundo estaba dividido. Los críticos de izquierda del artículo, que pocos años después se transformaría en libro El fin de la historia y el último hombre, no preguntaron por lo que Fukuyama quería decir con fin de la historia ni menos la alusión al último hombre del título del libro.

En el artículo, el fin de la historia aparecía entre signos de interrogación. Precisamente porque no se trataba de anunciar la terminación de un período, como se malinterpretó, sino de preguntar, en ese momento histórico, si la conjunción de democracia liberal con economía de mercado había alcanzado o no la meta del proyecto de la especie de lograr una sociedad armónica en la que los individuos fuesen reconocidos como tales. La armonía de lo universal y de lo particular no como utopía sino como realidad histórica. Es lo que Hegel formuló en su concepto de Sittlichkeit, que suele traducirse por el neologismo eticidad.

La armonía entre democracia liberal y economía de mercado era el fin de la historia, si ello implicaba que no podían plantearse ya nuevas formas de sociedad porque la meta se había alcanzado.

Pero Fukuyama advertía las posibles crisis que se podrían producir y que, como señalará posteriormente en su libro Identidad. La demanda de dignidad y las políticas del resentimiento, no estaban resueltas por las democracias liberales: el problema del reconocimiento de la dignidad. Personas, grupos de ciudadanos e incluso países pueden sentirse no respetados como tales. Estos romperán la armonía en demanda de reconocimiento. Ese es el caso de Trump y del brexit y las oleadas de protesta de grupos minoritarios que hoy demandan igualdad y que se movilizan en nombre de la exclusión para terminar excluyendo a todos los demás.