La feria. Forma parte de las actividades que se realizan anualmente en este mes por  las fiestas julianas.

La fiesta del sabor esta servida

Raíces abrió sus puertas ayer. Los visitantes llegaron desde las 07:00 y hasta de otras provincias. El menú incluye recetas tradicionales y fusión.

A Emiliana Campuzano, de 57 años, poco le importó tener que recorrer 129 kilómetros en bus, desde Santa Elena, para llegar al Centro de Convenciones de Guayaquil, donde hasta el domingo se lleva a cabo la feria gastronómica Raíces, que ayer abrió sus puertas.

Si bien la inauguración de este encuentro culinario se realizó de forma oficial al mediodía -entre autoridades locales y chefs invitados- personas como Emiliana empezaron a llegar mucho antes.

“Yo estaba alistando mis productos, cuando la primera venta llegó. No eran ni las 08:00 y eso me emocionó”, precisó a EXPRESO Liseth Toledo, propietaria de Boloncity, una de las 28 huecas que en esta sexta edición concursan por la Estrella Culinaria de Oro, Plata y Bronce, uno de los galardones que se entregan en la feria.

Emiliana, quien había decidido desayunar allí con su familia -que ya la estaba esperando- un ‘bolón guayaco’, hecho a base de verde pintón, queso, chicharrón, longaniza, salsa de queso y salprieta (con el que concursan); no dudó en recorrer, una vez terminado el bocado, los 12.000 metros cuadrados de extensión que tiene la feria.

“Si vengo cada año, porque lo hago desde que se estrenó en el 2014, es porque me gusta ver lo que se ofrece. Yo soy guayaquileña de cepa, nací aquí. Y durante las fiestas aprovecho para probar de todo. No me limito”, dijo, mientras se detenía a ver, simulando ser un juez, cuál era el menú de cada estand.

Y no solo de los establecimientos participantes, cuyos guisos sobresalían en enormes bandejas imposibles de pasar por desapercibidas; sino de las otras 14 huecas invitadas, entre ellas las 8 que fueron catalogadas como las favoritas en las ediciones anteriores y las 3 ganadoras de la Estrella Culinaria del año anterior.

Es así que en el lugar, donde los aromas se confundían, los visitantes pudieron elegir entre platos tan típicos como las tongas, los cebiches, la sopa de mariscos y sango de camarón; y otros fusión, como el de La Balandra, que ofreció un caldo de salchicha de cangrejo; el souffle de yuca, de La Central; un taco de pato, de Alma Parrilla; y la guatita de chivo, realizada por los representantes de la parroquia El Morro.

“No tenía ni idea de que con el chivo o el cangrejo se podían hacer tales cosas. Este año creo me he encontrado con más sorpresas que cualquier otro”, señaló Daniel Robles, de la cuarta etapa de la Alborada y quien prometió probar todos los manjares de los que nunca antes haya oído hablar.

Mauricio Garay, quien se fugó de su oficina “unos minutos” para comprar un seco de pato, coincidió con él. “He dado una vuelta rápida porque la tradición en casa siempre está venir por la noche y con toda la tropa, y me he dado cuenta que hay hasta chontacuros. Esto se puso bueno”, sentenció, mientras al paso no dejaba de fotografiar los platos que -dijo- se los enviaría a su hija.

En Raíces, que incluye además 3 días de congreso a los que acudirán alrededor de 500 asistentes, sin embargo los visitantes extrañaron que entre los platos estrella concursantes no esté el encebollado.

“Ese es el plato insignia del guayaquileño, debería estar en la lista, es nuestro sello. Lo he visto que lo ofrecen aquí, eso sí, pero no es lo mismo. Lo lindo sería que este sea la receta # 1 del festival”, precisó Sebastián Torres, de La Garzota, al tiempo que Sandra Mena, lo negaba.

“El encebollado es rico, está en la cúspide, pero nuestra comida es tan variada y típica, que está bien que se abra el abanico de las opciones a resaltar. La clave está es que todas puedan ser visibilizadas, que cada menú sea capaz de atravesar fronteras”, defendió.

A decir de los participantes, los valores de cada uno de los platos que despachan es menor al que generalmente ofrecen en sus establecimientos. “Les reducimos $ 2, $ 3 y la porción es la misma. Lo que queremos es que la gente tenga acceso a ellos, pruebe. Y saboree lo que hacemos con tanto esfuerzo, cuidado y cariño”, agregó Wilson Andrade, administrador de La Balandra.