Aun faltan regulaciones

El 2013, la Agencia de Alimentos, Medicamentos y Cosméticos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) emitió un documento para controlar las aplicaciones móviles que pudieran suponer algún riesgo para la salud.

Al poco tiempo, casi a los diez meses, reconocieron las dificultades que tenían para hacer su trabajo. Y es que en ese breve lapso, la FDA solo había podido revisar un centenar de apps de salud, mientras nuevas propuestas aparecían. Y se complicaba más porque algunas apenas eran descargadas o actualizadas, desaparecían y se mantenían como apps zombies.

Eso los llevó a decir, en su momento, que no chequearían minuciosamente todas las aplicaciones englobadas en el ámbito de la salud y del cuidado personal, sino solo las que usaran accesorios o software para convertir al teléfono en una especie de dispositivo médico. Pero aún así no daban abasto.

El año pasado, la FDA publicó una actualización de sus recomendaciones y sugerencias para los desarrolladores de aplicaciones móviles mHealth.

Sin embargo, el documento no establece obligaciones legales ni normativas. Lo único que hace es mencionar aspectos en los que debe detenerse la industria al momento de desarrollar o comercializar estas tecnologías. Incluso se ha pensado crear una oficina independiente dentro de la FDA para que se encargue de estos temas específicos, pero no hay mayores avances.