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Las elecciones del 2013 fueron las primeras en las que se escogieron legisladores por distritos.ARCHIVO / EXPRESO

La esencia de los distritos electorales que todavía falta esparcirse

Fueron creados hace siete años para acercar la autoridad a los ciudadanos. Expertos y votantes plantan dudas a la efectividad de la premisa

Un objetivo a medias. La elección de legisladores por distritos nació con la esencia de acercar la labor legislativa a los votantes y que estos en ese mismo trabajo vean retribuido su voto. Sin embargo, siete años después de implementado ese sistema, que, si bien ha funcionado para reducir el tamaño de una enorme sábana de papel llamada papeleta al momento de una elección en determinadas provincias, no está cumpliendo con esa esencia por la que fue creado.

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Domingo Paredes, presidente del Consejo Nacional Electoral en el año 2013 cuando se implementó el sistema de circunscripciones electorales en Guayas, Pichincha, Manabí y tres del exterior para la elección de asambleístas, se refirió en estos términos al sistema: “Las circunscripciones electorales permitirán garantizar de mejor forma la representatividad de las dignidades en relación a su territorio y pobladores”. Para el analista político y expresidente del Congreso Nacional, Juan José Pons, ese cometido no se ha cumplido. A su criterio, los legisladores distritales deben mantener un acercamiento constante con sus votantes, conversaciones periódicas sobre sus problemas y los del país, que le sirvan de insumo para su trabajo legislativo y formarse un criterio de lo que los ciudadanos piensan.

“Un legislador debería por lo menos una vez por semana o cada quince días reunirse con la gente de su distrito, como en efecto funciona en otros países. De esa manera mantiene un contacto con sus ciudadanos que le permite interpretar las necesidades sobre la situación de su distrito y a nivel nacional… Que yo sepa esto no se da. Hay una rendición de cuentas anual, pero yo no he visto que funcione mucho”.

Ricardo Ponce, jurista y exfuncionario legislativo, coincide con Pons en que una cosa es la teoría con la que nació este sistema y otra es la puesta en práctica. “Hay un desfase del acercamiento al distrito después de las elecciones y ahí es el punto de reflexión del político. Por eso decía que la política es mal vista. Ahora (en época electoral) se han de mover algunos y ahí es cuando la ciudadanía está renuente a creer en la política”. Y el experto vuelve a mencionar una palabra recurrente en este tema: acercamiento. Aspecto que a su criterio, no se está cumpliendo o no con la intensidad o periodicidad que los ciudadanos demandan.

Los distritos sirven para el acercamiento e identificar la realidad de los sectores... Sin embargo, es bonita la teoría, pero en la práctica debemos cuestionarnos quiénes cumplen con el rol.

Ricardo Ponce, jurista y exfuncionario legislativo. 

Si se toma como ejemplo a los distritos de Guayas, cuya realidad se puede extrapolar a los otros, los líderes y habitantes concuerdan con ambos expertos. Todos coinciden en el hecho de que esa promesa de estrechar vínculos y exponer problemáticas urgentes de la provincia y Guayaquil en la Asamblea Nacional, no se ha dado, aun cuando ha sido necesario.

Solo este año, coinciden los consultados, el Puerto Principal, así como Durán, han sido víctimas de una ola delincuencial que ha obligado a sus habitantes a encerrarse tanto o más que como lo hicieron durante los días más críticos de la pandemia.

Xavier Zurita es el líder comunitario del barrio Garay (parroquia Urdaneta, distrito electoral 3) y lamenta que este tipo de problemáticas no hayan sido abordadas. “Más allá de que como parroquia, por parte de los asambleístas no hemos recibido ningún beneficio, como ciudad tampoco lo hemos tenido. No digo que ellos deban hacer obras, no; pero se supone que ellos iban a estar pendiente de nuestras necesidades. Aquí en la parroquia tenemos muchísimas: hay espacios públicos abandonados, sin vida y tomados por la delincuencia; hay falencias, muchísimas en la salud. Hay tanto que se podría abordar si existiera un acercamiento, pero ni siquiera lo intentan”, precisa.

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Ivonne Pinzón, líder comunitaria de la ciudadela Nueve de Octubre (distrito 1), tiene un pensamiento similar. Ella, al igual que Carlos Guerrero, líder barrial de Sauces 1 (distrito 2), dice no sentirse representada ni escuchada por los legisladores que escogió en la papeleta.

Si hay una necesidad que comparten todos los sectores de Guayaquil, además de la inseguridad, es la relacionada al consumo de drogas y la falta de regulación de los chamberos en las vías. “Esos no son una problemática aislada de equis sector, es de toda la ciudad, la provincia y las provincias. Eso lo saben todos los legisladores. ¿Pero hacen algo? No”, se queja. ¿Deberían? Desde el primer día que fueron escogidos por los habitantes, argumenta.

Para Guerrero, frente a esta situación que, advierte, es la misma que viven los ciudadanos hace décadas, los asambleístas deben de una vez por todas dar ese paso, que solo lo dan cuando están en campaña electoral. Sugiere incluso que existan diálogos permanentes entre los concejales y los legisladores.

A su juicio, si los primeros están más al tanto de lo que pasa en los territorios, estos podrían dar el mensaje y los segundos, entonces actuar. “Si ya vemos que la delincuencia es nuestro dolor de cabeza más grande, por qué no plantean reformas en las leyes. No pedimos que sean ellos los que manden más policías e instalen más cámaras, pero sí que sean los que intenten por lo menos darle una solución”.

Los asambleístas deben tener más contacto con nosotros, somos los que sabemos qué necesidades tiene cada sector. En torno a eso, ellos deben actuar y legislar. Pero si no existe ese vínculo, no existe nada.

Carlos Pástenes, Federación de Urbanizaciones de la vía a la costa.

De lo contrario, para qué están o para qué han sido elegidos, reflexiona Carlos Sandoval, habitante del cantón Daule, una zona que, hace énfasis, está lejos de convertirse en una gran metrópolis, pese a que tiene los recursos para hacerlo.

Para Sandoval, tanto Daule y la veintena de cantones del Guayas que integran el distrito electoral 4, son el sector más desatendido por los asambleístas. “Acá sí no aparecen nunca. En campaña te dicen que podrás contar con ellos, con proyectos, hasta para la época invernal, que es la que más nos preocupa; pero llegan las lluvias e inundaciones y los recursos para invertir o los grandes proyectos, a la final nunca llegan. Nada cambia...”.

Frente a ello, Carlos Pástenes, secretario de la Federación de Urbanizaciones de vía a la costa (distrito 2), sugiere que se hagan -tal como propone Pons- sesiones por distritos, al menos una vez al mes. Hay temáticas no resueltas que necesitan de intervenciones más fuertes, que involucren a más autoridades. Cita, por ejemplo, la contaminación que hay en el estero Salado y provocan las canteras en su sector.

“Los asambleístas, en vista de que tienen ese poder legislativo, deben tener más contacto con la comunidad, porque es ella la que solicita el cambio de las leyes. Ellos deben fiscalizar y regularizar, pero en torno a las necesidades del pueblo. Ellos, por lo tanto, deben escuchar, escuchar y escuchar. Y actuar...”. Lamentablemente, precisó, nada de eso ocurre.

La madre de todos nuestros males es la Constitución de Montecristi, de donde nacen la prodelincuencia que tenemos. Mientras no ataquemos el mal de raíz, no habrá autoridad que erradique ese y otros problemas.

Bolívar Maldonado, líder de la Agrupación Cívia,  Social y Cultural de Urdesa. 

El número de leyes propuestas por un legislador distrital, a criterio de Pons, resulta insuficiente para medir la eficiencia de su trabajo, aunque es un acercamiento. El experto se inclina más por la otra variable: la calidad de sus propuestas. Pero no solo de las nuevas leyes, sino de las reformas a normas ya existentes. “La calidad debe estar dada sobre la preparación integral de los temas que agobian al país de tal forma que pueda verdaderamente ser un aporte en el proceso legislativo”.

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Con él difiere Marcelo Espinel, miembro del Observatorio Legislativo de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo. Ni la cantidad de leyes, ni su calidad, ni mucho menos esperar que redacten leyes específica y exclusivamente para sus distritos pueden ser las únicas variables a contemplar por un ciudadano que quiere evaluar el trabajo de su legislador. “Hay que combinar una serie de factores que se refieren a proyectos de ley, actividad fiscalizadora, observaciones presentadas en el pleno y las comisiones, la coherencia en el voto en relación a lo que ofreció en campaña o no, el hecho de incluso en recibir a la ciudadanía ya sea en las casas legislativas o en sus despachos en Quito. Las dinámicas actuales hacen que los asambleístas tengan que ser mucho más activos y que se demuestre que están representando sus necesidades”.

Es un error considerar que el asambleísta distrital puede promover leyes que favorezcan a la localidad porque te irías en contra del sistema descentralizado de gestión que existe en el país.

Marcelo Espinel, Observatorio Legislativo. 

Sin embargo hay ciudadanos, como Bolívar Maldonado, presidente de la Agrupación Cívica, Social y Cultural de Urdesa (Accur), que van mucho más allá y consideran que para que exista tranquilidad en los territorios y se acaben precisamente esos problemas que tienen en común, es vital primero saber si el Ecuador está conforme con la Constitución que tenemos.

“El nivel que tenemos de asambleístas, salvo unas excepciones, son un desastre. Hace décadas existía una Cámara Nacional de representantes que la integraban personalidades como Rodrigo Borja, León Febres-Cordero, Raúl Clemente Huerta... El nivel de esos políticos daba gusto. Ahora, estamos cosechando la Constitución de Montecristi. Si queremos entonces un cambio de manera urgente y de raíz, primero debemos saber si la mantenemos. Esto teniendo en cuenta que es permisiva y nos tienen a todos sumidos en la corrupción, las drogas y delincuencia”, argumenta.