Profunda sorpresa dejó en el colectivo social ecuatoriano, acostumbrado a la vigencia de la libertad de cultos y, por ende del respeto a las creencias religiosas de todo tipo, el continuo atentado contra las imágenes que se exhiben para culto y veneración en varias iglesias católicas de esta ciudad.

Son varios hechos de este tipo los cometidos durante las últimas semanas, lo cual preocupa temiéndose que se trate ya sea de la obra de sectas fanáticas o de la acción de personas un tanto desquiciadas que merecen una intervención psiquiátrica.

Estos actos de intolerancia religiosa ocurridos en Guayaquil se complementan con las alarmantes noticias que nos llegan desde Chile, en donde la violencia, que tiene un generador político y de descontento social, también ha generado el cometimiento de actos vandálicos contra varios templos cristianos que han sido atacados en forma violenta por enardecidas turbas que, desde hace cerca de un mes vienen implantando el terror en el País de la Estrella Solitaria.

Se trata, pues, de una demostración de rechazo que preocupa por cuanto puede revelar la existencia de grupos violentos o de personas con problemas mentales.