Economía

Publicidad electoral ‘post mortem’

El olimpo electoral no previó la existencia de las redes sociales y la ley no las regula, porque es imposible

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Publicidad política.Cortesía

Está vigente el llamado silencio electoral. Los dioses menores de la democracia han instaurado la idea de que los electores necesitamos de este periodo para reflexionar y tomar nuestra decisión sobre por quién votar, meditando sobre las profundas ideas y propuestas que nos deberían haber llegado por todos los medios disponibles; nunca lo hicieron. Mañana elegiremos autoridades seccionales, miembros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, y responderemos las 8 preguntas de la consulta popular que impulsa el Gobierno.

Dato. Aguiñaga, la candidata del correísmo para la prefectura del Guayas, es la protagonista de un espacio de entrevistas en la que han participado personajes de pantalla.

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El silencio será parcial. El Olimpo electoral no previó la existencia de las redes sociales y la ley no las regula porque es imposible, así que preparémonos para disfrutar de las más bizarras piezas de campaña que buscarán influenciar nuestra decisión hasta la hora de cierre de los comicios.

Sin duda, a nivel de comunicación política hemos vivido la primera campaña electoral de una nueva era; jamás antes se vio tanta ridiculez junta en un solo mes. La improvisación e ingenuidad, por decir lo menos, de la mayoría de los candidatos han saturado sin misericordia las pantallas de nuestros celulares y demás soportes tecnológicos.

Hubo en el pasado campañas en las que la ideología, las propuestas, más o menos serias, y la visión de los candidatos dominaban el discurso político, que llegaba a los posibles votantes en diversos formatos, desde la tarima, donde algunos cantaron, otros bailaron y alguno se arrodilló para jurar ante una Biblia; hasta elaborados comerciales de TV. Previo a eso, fogosos discursos que pocos asistentes entendían, dados desde algún balcón, acompañados de ensayados gestos teatrales, fueron parte del arsenal electoral que llevó al poder a más de uno. Las frases felices y rimadas tampoco faltaban: “Con Velasco, churrasco; con Arroyo, ni bollo”, “Blancos, negros, pobres, ricos; todos vamos con Perico”, “Baquerizo Maldonado, problema solucionado”. Otros combativos como “Pueblo contra trincas”, “El patán de noble corazón”, así hasta llegar a los ochenta del siglo pasado, cuando el marketing político suplantó la inspiración criolla y los candidatos comenzaron a proponer lo que el electorado ansiaba. Así León Febres-Cordero pasó de la frase vacía “Sí se puede” a “Pan, techo y empleo”.

Paez- Quito- Valiente

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Innegable es que las campañas tenían actores serios, con propuestas e ideologías que ofrecían beneficios diferentes y de fondo a los votantes. Hasta que de pronto llegó el día en que la gran diferencia, más allá de la personalidad del candidato, fue “Raya todo, todito, toditito” vs. “Raya todo, todito, toditito, todititito”.

Hoy en nombre de la fluidez de las ideas y la comunicación se ha dado paso a la ‘memez’. La campaña actual, casi sin excepción, está dominada por acciones tácticas carentes de estrategia y, sin intención de faltar el respeto a nadie, la gran mayoría son insulsas o ridículas, como los candidatos que las realizan. ¿Será que el origen de la palabra candidato viene de candidez?

Pareciera que arrancar sonrisas y burlas, regalar algo memorable, usar grillete y demostrar que no hay miedo al ridículo ha sido lo preponderante en esta campaña. Si alguien conoce o recuerda las promesas de campaña de algún candidato merece un premio, pero de seguro todos tenemos nuestra ridiculez favorita. Lejos están los días en que un candidato temía hacer un papelón con un periodista incisivo o con una presentadora de farándula en minifalda. También las campañas sucias o negativas eran parte del juego. Hoy estas no se realizan para afectar una candidatura; no es necesario, porque los candidatos se las autoinfligen y parecen disfrutarlo.

La ley electoral debe ser reformada, el silencio electoral no es necesario; esta vez no hay mucho sobre lo cual se deba meditar.