
El dragado destapo la olla sucia
Alrededor de 16.000 habitantes residen en la isla Puná, según la Junta Parroquial. El INEC registró la mitad de esos moradores en 2001. La isla no tiene relleno sanitario.
Hoy Puná es más plástico que habitantes. Las orillas de las comunas Bellavista, Estero de Boca, Cauchiche y Subida Alta están cubiertas por una alfombra de plástico. De nada sirvieron las cuatro mingas realizadas por el Municipio, que atendieron el susto de los habitantes. Quienes allí viven aseguran que en la historia de la isla nunca se vio tanta basura.
El tercer día de minga se retiraron 1.200 sacos. Seis horas después, la alfombra de desechos volvió a aparecer. “La culpa es del dragado del acceso al Puerto de Guayaquil”, se suele escuchar en las playas de esta parroquia rural. Lo afirma gente que ha visto a las dragas depositar el material extraído de las entrañas del golfo cerca de la zona, un área aprobada por el Ministerio del Ambiente, antes de empezar los trabajos.
Las autoridades del Ministerio del Ambiente y el Municipio de Guayaquil, sin embargo, aseguran que aquello no se ha comprobado, y que, en realidad, “no se sabe con exactitud de dónde proviene la basura”.
La bióloga Daniela Hill, máster en Administración Ambiental y directora de la fundación Amiguitos del Océano, explica al respecto que es probable que la remoción de sedimentos y las corrientes hayan incidido en el problema, pero advierte que eso no es lo grave.
Lo que logró el dragado en realidad es que se levante la sábana para visibilizar algo que estaba escondido y que ha estado pasando por muchos años: la contaminación del mar por basura. Y no solo en Puná, sino en El Morro, Posorja, Playas y demás lugares costeros”.
El dragado destapó la olla sucia. Puná está ubicada en la salida del delta del Guayas. Allí llegan aguas de ríos de varias ciudades. Entonces, tampoco es Guayaquil la única responsable. Ocho provincias descargan desechos en la cuenca del Daule, incluida Pichincha, a través del Machángara, sostiene la bióloga Natalia Molina, que tiene un doctorado en Ciencias Biológicas y es experta en manglar y medio ambiente.
Una reciente investigación a la que ella tuvo acceso, determinó que no llega al 40 % los municipios que tienen relleno sanitario. Esto se traduce en que más de 150 localidades no tratan su basura y solo cuentan con botaderos a cielo abierto o, peor, clandestinos.
El golfo ha recibido a lo largo de estos años la basura del país. El dragado terminó de desenterrarla. Entonces, esos miles de plásticos que forman una alfombra incesante en las orillas de Puná son solo una pequeña parte de la realidad.
Desde la Dirección de Ambiente municipal, Bolívar Coloma reconoce que es el escaso procesamiento de desechos sólidos en algunos cantones aledaños a las cuencas hidrográficas de los ríos Daule y Babahoyo uno de los principales causantes de esta crisis.
El funcionario también delega la responsabilidad a la poca colaboración de la ciudadanía en temas de reciclaje. Pero lamentarse no es suficiente.
Las causas demandan acciones interinstitucionales y se pueden desglosar. En primer lugar en la lista está el tratamiento adecuado de desechos, insiste Daniela Hill. “No sirve de nada si la empresa recolectora concesionada ni tiene centro de acopio ni hace selección de desechos en los hogares”, critica.
También se podría controlar la sobreproducción de artículos de plástico de parte de compañías que hoy no tienen campañas de retorno de envases, y, por supuesto, la educación en la ciudadanía, cuya falta de concienciación hoy deviene en desinterés.
Luis Martínez es un activista argentino que trabaja como asesor en temas ambientales para varias organizaciones internacionales y es parte de Jóvenes Líderes de la ONU. Al conocer el caso, explicó que una de las soluciones urgentes, además del trabajo interinstitucional, es coordinar políticas públicas urgentes que permitan dirigir acciones inmediatas a un cambio integral en el tratamiento de desechos.
En el país, Loja es una de las ciudades ejemplo. Los residentes se rigen a normativas del gobierno local que los obliga a reciclar o los multa por no hacerlo. Guayaquil y otros municipios de la cuenca baja del Daule están a años luz de eso.
Muchos de los desechos encontrados en Puná no son de hoy. Hay registros fotográficos de un suero de 1994, envases de productos lácteos que no se comercializan hace más de diez años y otros miles de recipientes antiguos. Las mingas del Municipio abarcaron 14 kilómetros de playa y 10 kilómetros de estero contaminados, pero son casi inútiles.
Así las califica el biólogo Bruno Yánez. “Ir a recoger basura es hasta chistoso. Es solo para la foto, porque el plástico volverá a asomar. Lo que de verdad se necesita es un plan de acción a corto, mediano y largo plazo. Y de allí, al menos dos años para ver resultados”.
Las autoridades lo saben. En el marco de las mingas, la viceprefecta Susana González calificó la medida “como una solución momentánea”, hasta tomar una solución integral que dará a conocer la alcaldesa Cynthia Viteri.
En Puná, la factura más cara la paga el turismo. Lugares en donde antes se veía a bañistas ahora solo están desolados. “Gastamos 19 millones de dólares en una campaña de turismo y entregamos playas insalubres y zonas sin tratamiento de agua y sin relleno sanitario”, critica la catedrática Natalia Molina.
En la isla los ánimos van de mal en peor. La basura ha afectado a sus habitantes a lo largo de estos años, pero hace al menos tres meses el problema ha ido en aumento. Así lo recuerda Grace Ramírez, una de las dirigentes de esta comunidad.
“Empezó de a poco y cada vez es peor. Nos está afectando a todos. Los pescadores cuando lanzan el trasmallo sacan basura, mucho plástico. Los restaurantes han cerrado porque las visitas han bajado”, subraya, consternada.
Ahí, explica Ángela Baque, moradora de Subida Alta, varios negocios han cerrado porque los turistas cada vez llegan menos. “Dicen que las playas se han convertido en basurero. Antes llegaban ochenta o cien personas a la semana, ahora no llegan ni veinte”.
Pero el problema de la contaminación por plástico es muchísimo más profundo, resalta la experta Daniela Hill. “Colapsos en la pesquería ya se sienten en la zona. Los pescadores artesanos sacan más basura que peces. Hay muerte de especies”, resalta.
Es real. Óscar Corral, residente de la isla, asegura que es cada vez más frecuente ver animales muertos en la orilla. “Aparecen chivos muertos y tortugas”, insiste. La afectación también llega a especies como la concha y los peces, parte vital del sustento de estas comunidades, que viven principalmente de la pesca.
La basura no se queda solo en la orilla. También se incrusta en el manglar, donde centenares de cangrejeros laboran día a día. Un sencillo recorrido en bote evidencia la magnitud del problema.
El Ministerio del Ambiente explica que para evitar la acumulación de desechos se deberá continuar con las jornadas de limpieza las veces que sean necesarias. Luego de una reunión mantenida entre delegados de esa entidad y el Municipio, se acordó que en los próximos días presentarán un plan de mitigación y remediación. Hasta que eso ocurra, Puná seguirá ahogada en plástico.
Hay normativas para el dragado
Para la regularización de las actividades de dragado, los estudios contemplan planes de manejo ambiental y de remediación, con su respectivo cronograma de ejecución. El Municipio explica que estos documentos son oportunamente analizados y aprobados por el Ministerio del Ambiente, la autoridad competente a nivel nacional.
En coordinación con el Ministerio, el Cabildo y la Prefectura de Guayas participan en todas las actividades relacionadas al monitoreo del dragado. De allí que, para atender posibles afectaciones en el tráfico marítimo, las actividades de pesca artesanal y ciertas alteraciones en la calidad del agua, se mantienen inspecciones periódicas.
Para empezar el dragado de acceso al Puerto, se debió presentar un estudio de impacto ambiental. El biólogo Bruno Yánez critica que no se hayan tenido en cuenta posibles escenarios de afectación como el que ahora se vive. Las autoridades se mantienen en que no se ha comprobado que el dragado incida.
El estudio lo avizora
El estudio de impacto ambiental del dragado de acceso al Puerto de Guayaquil determina que la navegación de las dragas generará emisiones de gases contaminantes dado su funcionamiento y que las actividades del proyecto pueden afectar la calidad física y química del agua, por la suspensión de los sedimentos finos, lo que conllevaría a un aumento en la turbidez.
Adicionalmente, se señala que la calidad de agua puede verse afectada por derrames accidentales de hidrocarburos y desechos peligrosos, y que durante las actividades del proyecto, se puede afectar la calidad del sedimento marino, debido a la resuspensión de sedimentos y un eventual transporte del mismo conforme a las corrientes de mareas predominantes, como lo confirman los expertos consultados por EXPRESO en este reportaje.
También se advierte que el fondo marino del área de estudio básicamente está formado por sedimentos móviles y que el dragado y depósito de material causará trastornos en la dinámica de los sedimentos y alteración del fondo marino. Y se avizora que los grupos que pudiesen sufrir mayor afectación son los peces y crustáceos. El estudio determina un impacto biótico del 22 % y físico del 40 %. Y recomienda monitoreo permanente.