Dictadores del consenso

El 5 de julio se instaló en Lima la Cumbre de la Alianza del Pacífico, un grupo de países integrado por México, Colombia, Chile y Perú. En su conjunto representan un mercado de 225 millones de personas, un PIB de $2 billones, importaciones de $540 millardos y exportaciones por $503 millardos, entre otros indicadores. A esa cita fue invitado Ecuador, pues tiempo atrás nuestro país había planteado la posibilidad de ser admitido como parte del bloque. Cabe recordar que Ecuador es el único país latinoamericano ribereño del Pacífico que no tiene un acuerdo comercial con Estados Unidos. El esfuerzo, tanto como ocurrió en la administración anterior con el acuerdo con la Comunidad Económica Europea, está siendo realizado por equipos integrados del gobierno y del sector privado. Los beneficios para el país son enormes: además de facilitar el comercio, el flujo de capitales y la cooperación, permite también actuar en bloque para realizar acuerdos con Asia, que para Ecuador es un mercado muy importante y no puede permitirse que otros países tengan condiciones preferentes.

Inmediatamente se supo que los miembros de la Alianza concederían a Ecuador un camino expedito para integrarse, surgieron unos pocos empresarios cuestionando la posibilidad, y planteando ampliar la discusión del tema, la preocupación por la pérdida de empleo en sus empresas, y argumentando la falta de condiciones internas para encarar la competencia externa. Es relevante sin embargo puntualizar que el grueso del sector industrial, el comercio y los exportadores, apoyan la iniciativa de integración, y que ojalá ahora no sean pasivos. Como era de esperarse, quienes se oponen y plantean un consenso en la decisión, son sectores que han venido beneficiándose de un manto arancelario protector, y en general que serían incapaces de competir globalmente, salvo que los consumidores ecuatorianos los sigan subsidiando.

Toda decisión de Estado tiene consecuencias, y mantener prebendas irrazonables para unos pocos, por encima del beneficio de la mayor parte del país, los convierte a esos pocos en dictadores del consenso.