Deben morir ya

-Vea juez, este miserable violó y mató a una niña, no puede estar libre. -Usted está equivocado. -No lo estoy. La ley le permite a usted dictar prisión preventiva. -Mire, no es así. Ya no importa la ley. Ahora estamos a la vanguardia del mundo moderno: tenemos un sistema “principialista” en el que los jueces no debemos aplicar lo que dice la ley, sino los “principios” de los derechos. En este caso, el principio “pro homine” y el principio de “favorabilidad” (traducción: hacerles el “favor”. Dejar libres a los delincuentes y que se joroben las víctimas). Y como el COIP establece en el art. 522 las medidas cautelares que se aplican “de forma prioritaria” a la privación de libertad, como juez de “garantías constitucionales” lo pondré en libertad, haciendo que se presente periódicamente o librándole arresto domiciliario con un dispositivo de vigilancia electrónica. -¿Un dispositivo como ese con el que se fugaron los ñañitos Alvarado? ¿Me está tomando el pelo usted? -No. Ahora Ecuador es un Estado “garantista de derechos” y de justicia. Eso es lo que enseñan Alexi, Ferrajoli y Zagrabelski.

Y yo no le tomo el pelo a usted lector. Así estamos. La única forma de bailarse el Derecho antes vigente mediante reglas, era encontrar la forma de que estas no se aplicaran. Para eso había que inventarse -tal como hizo Hitler- un nuevo Derecho que estuviera por encima de las reglas escritas. Un “supraderecho” no escrito, para ellos poder decir a su antojo “qué” era lo justo mediante “sus” principios. Es que el sabido belga sabía lo que se le venía y tenía que protegerse. De ahí la sapada de no permitir que les veamos sus rostros de rateros cada vez que apresan algún miembro de la banda. Y como el “principialismo” prodelincuencia es un “eje transversal” de la Constitución, tenemos que deshacernos de ese mamotreto que es el verdadero problema. No reformarla, sino quemarla y hacer una nueva. Para que la patria (y la gente) vivan, el principialismo y el garantismo prodelincuencia deben morir. Y deben morir ya. O los jueces seguirán haciendo de las suyas, amparados por la Constitución.