Cuba: Siguen los Castro

Fidel Castro se tomó el poder en Cuba cuando la isla estaba manejada por un gobierno corrupto, aunque había mucha prosperidad por la inversión extranjera, la producción de azúcar, los casinos y la enorme cantidad de turistas que recibía. Cuando Fidel se declaró comunista, nacionalizó todas las empresas, entre ellos los ingenios. La zafra se convirtió en un acto patriótico en la que la juventud iba con alegría a los campos para cooperar con la revolución. Pero no hubo mantenimiento para la industria. El precio del azúcar bajó y su explotación dejó de ser un negocio.

Cuba, satélite de la URSS. A la Unión Soviética le resultó fácil adquirir otro satélite, precisamente, frente a los Estados Unidos en plena Guerra Fría. Eso sí, le salió caro porque tuvo que subsidiarla, ya que la revolución cubana, económicamente no producía casi nada. Recuerdo las botellas del mejor ron cubano llenas de arañas en los almacenes soviéticos porque ellos solo tomaban vodka.

Todos los lectores recordarán el enfrentamiento que puso en peligro la paz mundial cuando Kruschov quiso armar una base de cohetes en territorio cubano. Kennedy ordenó que se bloqueara la isla y se impida el ingreso de las naves rusas que los trasladaban y Kruschov, consciente del peligro, sin consultarle si quiera a Castro, llegó a un acuerdo con el presidente americano.

La disolución de la URSS. Cuando subió al poder Gorbachov, a Castro no le hizo gracia la política del glasnost y la Perestroika. Al poco tiempo se disolvió la URSS y Castro quedó abandonado por los rusos; pero surgió Hugo Chávez quien para darse un baño de izquierdismo intimó con Castro y subsidió a Cuba con petróleo. Entre los dos armaron el plan para extender sus ideologías por buena parte de América Latina.

Con la muerte de Chávez, ya Raúl Castro en el poder, hábilmente envió lobistas a los Estados Unidos para propiciar un acercamiento y lograr que se levante el embargo. Las gestiones tuvieron éxito y con la visita de Barack Obama se multiplicó el turismo y la apertura del mercado fue un alivio para la economía cubana. Ya el embargo impuesto por los EE. UU. quedó casi como una figura para demostrar que el imperialismo yanqui subsistía.

Se acaba la ayuda de Venezuela. Sin la ayuda de Maduro y olvidándose de echarle la culpa a los yanquis, como era costumbre, Raúl Castro decide retirarse. Convoca a la Asamblea Nacional y como ya era esperado se designa a Miguel Díaz-Canel, nacido después de la revolución y hombre entendido en economía, para que lo suceda como presidente. Además de la Asamblea Nacional, se incorporan caras nuevas en el Consejo de Estado. Eso sí, la consigna es alcanzar la viabilidad económica sin abandonar los credos comunista y castrista. En otras palabras, la prensa internacional sostiene que no se ingresa a la era poscastrista, sin Castro, porque él y los suyos seguirán por todos lados.

Empezando por el propio Raúl que se mantendrá vigilante desde el Parlamento y, sobre todo, desde el Partido Comunista de Cuba. Y su hijo, el coronel Alejandro Castro, desde los servicios de Inteligencia y Contrainteligencia del Estado.

EL PODER DEL PARTIDO. Cuando estuve en Moscú se me hizo difícil entender que el poder total lo tenía el partido sobre el gobierno. Siguiendo el sistema soviético, Raúl Castro tendrá siempre la última palabra. Cómodamente se retira a una de sus mansiones que tiene en la isla y se distraerá con las peleas de gallos que es su afición favorita, aunque sean prohibidas en el resto del país.

Una salida económica. Según los estudiosos de la economía cubana, “lo más importante es incrementar las inversiones para detener la descapitalización física y tecnológica. Y el Estado no tiene recursos para lograrlo, necesita la inversión extranjera y la inversión privada nacional.

Auguro que la juventud del nuevo equipo tratará de acercarse más a los Estados Unidos, ya que es una de las pocas salidas que tiene. También puede seguir el ejemplo de China o de Vietnam, países comunistas en materia política, pero capitalistas en lo económico.

Lo grave son las condiciones que se le impondrá como abrir más la inversión privada y dar libertad a los presos políticos. El otro problema es con el presidente Trump quien ha declarado que podría suprimir la apertura que hizo Obama si es que es el ejército el que sigue teniendo a su cargo los principales ingresos de la isla como, por ejemplo, el turismo y la hotelería que la manejan las Fuerzas Armadas.