
Cuba, lista para recibir al presidente de EE. UU.
La última vez que un presidente de Estados Unidos visitó Cuba (en el lejano 1928) recibió una bienvenida apoteósica, y su delegación bebió ron cubano como si fuera el día del juicio final. ¿Piensa que eso no volverá a ocurrir cuando el presidente Barack Obama aterrice hoy? Mejor no apueste.
Han pasado nueve décadas, una Guerra Fría y muchos tragos amargos después del olvidado viaje de Calvin Coolidge a La Habana, pero la atmósfera que rodea la visita de Obama tiene ciertas similitudes.
Obama, como Coolidge, es un presidente que trata de dejar su marca personal en política exterior durante su último año de mandato. En su caso, busca poner fin al enfrentamiento entre Washington y La Habana comunista, cuyo inicio se remonta a 1959 cuando Fidel Castro expulsó del poder a Fulgencio Batista, un cercano aliado de Estados Unidos.
Cuando Coolidge, conocido en la historia de la Casa Blanca como ‘el silencioso Cal’, llegó a Cuba, también cumplía una misión de paz: amortiguar la ira regional por la ocupación militar de Nicaragua y Haití, así como el dominio de las bananeras estadounidenses.
A diferencia de Coolidge, que navegó, Obama llegará a La Habana por aire. Pero su caravana presidencial, encabezada por su limusina blindada, ‘la Bestia’, rodará desafiante por las calles de una ciudad que durante décadas se preparó para una posible guerra con su vecino gigante.
La capital cubana le reserva una acogida muy animada. En varias partes de la urbe cientos de trabajadores pintan y limpian, mientras la población muestra excitación por el acontecimiento que vivirá.
“Con suerte, voy a tener tiempo para disfrutar una taza de café cubano”, escribió Obama a Ileana Yarza, una cubana de 76 años, en una misiva enviada esta semana en el vuelo inaugural que restableció el servicio postal entre los dos países después de cuatro décadas.
Acompañado de su esposa Michelle, sus hijas Sasha y Malia y su suegra, Marian Robinson, Obama llegará por la tarde y se dirigirá inmediatamente a la embajada estadounidense, reabierta tras el restablecimiento de las relaciones el pasado julio, para reunirse con el personal diplomático.
A continuación, Obama y su esposa pasearán por La Habana Vieja y visitarán la catedral, donde les recibirá el cardenal Jaime Ortega. Su agenda oficial comenzará mañana con una visita al monumento a José Martí y una reunión con el presidente cubano Raúl Castro.
Obama será “muy franco” con Castro “sobre las áreas en las que hay desacuerdo”, incluidos “los derechos humanos”, según su asesor adjunto de seguridad nacional, Ben Rhodes. Asistirá después a una conferencia con empresarios y cerrará la jornada con una cena de Estado. También dará un discurso televisado.
La última vez que un presidente de Estados Unidos visitó Cuba (en el lejano 1928) recibió una bienvenida apoteósica, y su delegación bebió ron cubano como si fuera el día del juicio final. ¿Piensa que eso no volverá a ocurrir cuando el presidente Barack Obama aterrice hoy? Mejor no apueste.
Han pasado nueve décadas, una Guerra Fría y muchos tragos amargos después del olvidado viaje de Calvin Coolidge a La Habana, pero la atmósfera que rodea la visita de Obama tiene ciertas similitudes.