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La crisis de los 25, de lo que se salvaron nuestros padres

Todas las crisis de la vida son importantes, la clave está en tomar las riendas y saber que nadie más le va a construir el futuro.

La crisis de los 25, de lo que se salvaron nuestros padres

Pensaba que tenía su vida bajo control. Estudió lo que le gusta, tuvo varias experiencias laborales, una relación estable y un grupo de amigos incondicionales. Pero de repente, siente ansiedad, pánico y frustración, pues cree que a los demás les va mejor que a usted, cuando mira las fotos de viajes, nuevos emprendimientos y sus logros, lo que hace que se desilusione de lo “poco” que ha alcanzado.

Este sentimiento que sufren los veinteañeros tiene nombre: la crisis de los 25 o como lo denominan oficialmente los terapeutas y profesionales de salud mental, la crisis del cuarto de vida.

Un término acuñado en el 2001 por la psicóloga estadounidense Abby Wilner y la periodista Alexandra Robbins en el libro ‘Crisis del cuarto de vida: Los desafíos únicos de la vida durante los veinte’. Donde explican que es un fenómeno usualmente en jóvenes de 20 a 30 años donde “no hay estabilidad, no hay previsibilidad, no hay certezas. Se entra en un ciclo donde dudas mucho de ti mismo”, dice el texto.

Pero, ¿por qué ocurre esta crisis? Flavia Marchioni, psicóloga especializada en adicciones, explica que este fenómeno inició en este último siglo y ocurre cuando se enfrentan las expectativas con la realidad. Sumado en algunos casos a cierta inmadurez de la persona, que hace difícil el ingreso a la vida adulta con sus responsabilidades.

En esta valoración entran en juego la situación personal, laboral y económica. “En la época de nuestros padres, reinaba la estabilidad, básicamente la laboral”, recordó, pero ahora se vive en un contexto social altamente exigente y cambiante, donde ni los títulos universitarios, el cual los jóvenes han invertido su tiempo y dinero, sirven para enfrentar las frustraciones que tienen por no obtener las cosas de manera inmediata.

Asimismo explica que la depresión veinteañera suele compartir un mismo proceso vital conformado por cuatro fases: el verse atrapado en sus opciones, sentir un fuerte deseo de cambio, pero a su vez miedo ante este, decidirse por fin a probar nuevas experiencias y finalmente, recuperar el control y comenzar una nueva etapa.

“Mucho de lo que tiene que ver con la finalización de esta crisis está relacionado con el logro de una estabilidad económica y laboral, con una aceptación del camino recorrido y de lo mucho que falta por recorrer”, opina Marchioni, concluyendo que esto se logra cuando se llega a los 30.

Las señales para saber si una persona está pasando por esta crisis, detalla María Cecilia Sánchez, la orientadora familiar, es sentir insatisfacción desde que salen de la universidad, no toleran la estabilidad laboral, no les convence el sueldo que ganan y ni bien entran a un trabajo ya están aplicando para el siguiente. “Los chicos están madurando cada vez más tarde, pero deben de usar más la razón y fortalecer su voluntad”, recomendó.

Además, explica que si un joven pasa por esta fase no quiere decir que los padres no los hayan apoyado desde un inicio, sino que vivimos en un mundo de satisfacciones rápidas por la tecnología y esperar nos cuesta muchísimo.

Sin embargo, recuerda que son los mismos padres quienes en la actualidad les facilitan todo y pasan muy pendientes de ellos. “Estamos a un WhatsApp de distancia, entonces cualquier problema que tengan se lo resolvemos por esa vía”, comentó la orientadora. Y agregó que hay que dejar que ellos se curtan con sus propias experiencias, tienen que equivocarse, vivir esas fallas para de ahí crecer y tomar su experiencia, “porque esa es la vida”.

A pesar de que la crisis del cuarto de siglo se ve en la mayoría de los millenialls, no lo viven todos los jóvenes. “Sí hay quienes salen adelante y están dispuestos a sacrificarse en un trabajo, permanecer e ir creciendo”, comentó.

Todas las etapas de la vida son de crisis: en la adolescencia, a los 25, 40, 50 y en la vejez, coinciden los profesionales, y todas son importantes, pero ya es cuestión de cada uno tomar las riendas de su vida, afrontar los problemas y conocer que nadie más les va a construir el futuro.

David Aguirre, Psicólogo clínico / docente

“Ahora El patrón de felicidad es muy alto e inalcanzable”

Nuestros padres y abuelos a sus veintitantos también pasaron por la crisis del cuarto de vida (CCV), pero de manera distinta. “A los 25 ya tenían hijos, casa, auto y podían viajar; mientras que hoy, a pesar de que se tenga más títulos y experiencia, cuesta más, pero porque las condiciones sociales eran otras”, confesó el psicólogo David Aguirre.

La CCV es un sufrimiento muy de la época. “El pensar que hay días de felicidad, como ser feliz cuando puedes viajar, o ser feliz porque alcancé un doctorado, eso antes no pasaba, antes cada uno vivía su felicidad de una forma muy particular”, argumentó el experto y añadió que el problema de ahora es que los patrones de felicidad son muy altos e inalcanzables, y por eso existe el sufrimiento mucho más descarnado en esta generación. “No todos pueden viajar a Tailandia o a Europa, las fotos que vemos en Instagram mientras trabajamos”, ejemplificó.

“Antes la gente no se preguntaba cómo ser feliz, sino que seguía un patrón: estudiar, casarse, ser padres, trabajar y si había tiempo viajar”, recordó el psicólogo, pero ahora es como si hubiera una ley de vida que diga que todos debemos de viajar para estar satisfechos.

“Hay quienes sufren porque están casados, otros porque no se casan; hay quienes sufren porque trabajan más de ocho horas y otros porque no encuentran trabajo”. ¿La solución?, aconseja Aguirre, preguntarse qué es lo que se quiere en esta etapa, ser honesto, buscar respuestas muy particulares que nos aleje de las masas.

Además, recordarse a diario que si pasa trabajando (si es lo que le gusta) no significa que sea menos feliz o si no tiene un carro o la casa que quiere. “La felicidad es tan abstracta que cada uno es feliz como uno quiere”, finalizó.

PARA SABER

Si escribe en Google “Tengo 25 años...” las primeras búsquedas que encontrará luego de la frase será “y nunca he tenido novia”, “y no sé qué hacer con mi vida”, “y no sé qué estudiar”. Un ejemplo claro de los temas que más preocupan a los jóvenes de veintitantos. ¡Haga la prueba!