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En inicio del estado de excepción, las personas acataban más el toque de queda.
En inicio del estado de excepción, las personas acataban más el toque de queda.GUSTAVO GUAMAN/ EXPRESO

La corta memoria de los ecuatorianos nutre el discurso de Daniel Noboa

¿Qué pasó con alias Fito y Colón Pico? El toque de queda a veces se cumple y a veces no.  La mirada de la gente se desvía de lo importante.

Tercer mes del año. Han pasado 66 días después de haberse decretado el estado de excepción a nivel nacional, y, además, 65 días de haberse declarado que Ecuador está en un conflicto armado interno, pero ¿somos conscientes de en medio de qué estamos; por qué?

La madrugada del domingo 10 de marzo de 2024, en medio de toda la algarabía de la lucha deportiva en la que participó Marlon ‘Chito’ Vera, muchas personas ignoraron o echaron a menos la “grave conmoción interna” y el “conflicto armado interno” que vive el país, razones por las que el presidente Daniel Noboa amplió, por 30 días más, el estado de excepción. Varios ecuatorianos miraron el encuentro en restaurantes y en casas de familiares o amigos, retornando a sus domicilios en medio del toque de queda.

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Esto ocurre porque en el día a día del ciudadano común y corriente no resuenan esas justificaciones, indica Juan Carlos Valarezo, experto en seguridad y ciencias políticas, y catedrático de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Sin embargo, para Pablo Andrade, psicólogo clínico, experto en Ciencias Políticas y docente de la Universidad Andina Simón Bolívar, la actitud que ha tenido la gente, frente a la situación de inseguridad, es normal y a su vez compartida, dependiendo de la “burbuja” en que estas vivan.

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¿Por qué? Porque si la gente pertenece a una clase media o media-alta, viven o se mueven entre barrios más o menos seguros, el efecto que se produce es que “la realidad es así”, explica Andrade. No obstante, para otras personas el toque de queda se debe cumplir, asienta.

Pero la desvalorización de estas medidas, a criterio de Valarezo, también se da porque no hay consecuencias para el incumplimiento, por lo que la gente los seguirá cometiendo. Por lo que en el país solo hay una sensación de estar en el estado de excepción, ya que la dinámica cambió, manifiesta Byron Pérez, abogado y director de la carrera de Derecho de la Universidad Politécnica Salesiana, sede Guayaquil.

Cuando se implementó la medida, narra el catedrático Pérez, había una cierta rigurosidad, se veía que el personal militar y policial rondaban por las calles y sugerían a los infractores que regresaran a sus domicilios. Ahora, no; ahora estamos en una “etapa de relajación”, en la que hasta los ministros de Estado y gobernantes locales piden más flexibilización.

Además, las principales causas por las que se decretaron el estado de excepción y el conflicto armado interno ya no son discutidas en la palestra pública. El olvido, expresa Andrade, se debe al control de la narrativa, la cual está manejada por el Gobierno -bajo la premisa de que “lo que dijimos que íbamos hacer lo estamos haciendo”, es decir, el control de las cárceles, el descenso en el nivel de homicidios, entre otras acciones; para el Gobierno, todo es un éxito- y la Fiscalía General del Estado -ha captado la atención con los dos casos cercanos a la esfera política: Metástasis y Purga-.

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Esto, opina Pérez, ha hecho que fecunde la memoria cortoplacista de la gente y que olvidemos a Adolfo Macías, alias ‘Fito’, cabecilla criminal de Los Choneros, y a Fabricio Colón Pico, miembro de la banda narcocriminal Los Lobos, quienes en enero se fugaron de la cárcel Regional de Guayaquil y de Riobamba, respectivamente. 

Y, aunque se ha visto que el Estado ha reaccionado a través de los decretos ejecutivos, implementando la fuerza pública, el abogado considera que, “de una u otra forma, se ha dejado en el limbo a estas dos personas que originaron el conflicto armado interno que declaró Noboa”.

¿Por qué? Porque pone en duda la narrativa de “tenemos éxito”, revela Andrade, ya que el que ellos no hayan sido capturados, es una muestra de una falla en la narrativa. Por lo que ahora, a través del aumento de la exposición del mandatario, la estrategia se centra en “cómo mantener la coherencia de la historia”, aunque haya desviaciones en la narrativa, como el intento del golpe de Estado, puntualiza el psicólogo clínico.

Valarezo, por su parte, sostiene que la promoción de las decisiones “cortoplacistas” gubernamentales, lo que hacen, se debe a una estrategia política, porque el Gobierno de Noboa es corto; sin embargo, la efectividad de las medidas se verá a futuro.

Y es que, a pesar de que todos los ecuatorianos vivimos en burbujas y en realidades fragmentadas, como señala Andrade, Valarezo afirma que el comportamiento ciudadano es “un desafío hacia la autoridad”, ya que “como ustedes también son corruptos no me pueden decir nada”. Esto, tras los resultados revelados por las investigaciones de la Fiscalía, sostiene.

Es por esto por lo que la vida cotidiana es la evidencia que lo que dice la narrativa estatal no es cierta, sentencia Andrade.  

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