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Averías. En la parada de La Prensa y Fernández Salvador, la puerta central está dañada.Gustavo Guamán/ EXPRESO

El Corredor Central Norte, en problemas

Usuarios se quejan de la inseguridad e infraestructura en el sistema de transporte. Las nuevas unidades llegarán durante el último trimestre del año

El aguacero llega sin previo aviso, trastocando el clima veraniego de agosto. En la avenida América, los transeúntes corren a guarecerse bajo los techos de los locales abiertos. Sin embargo, en la parada San Gabriel del Corredor Central Norte, da lo mismo estar adentro o afuera. El agua se cuela por las goteras del techo y por una puerta rota, tapada a duras penas por un plástico transparente y una cinta de peligro. Una trabajadora saca el agua a escobazos sin mucho éxito.

Los pasajeros no se inmutan. Esto es cosa de todos los días. “Me sorprendería más que un día llegara y estuvieran en buen estado”, comenta Miriam Medina, usuaria habitual de este sistema de transporte, que une La Marín en el centro de la ciudad, con La Ofelia, al norte de esta.

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A diario, cerca de 125.000 pasajeros se movilizan en esta ruta, inaugurada en 2005 a través de un convenio entre el Cabildo y un consorcio privado integrado por las empresas de transporte urbano Catar, Calderón, Paquisha, Trans Hemisféricos, Conetra y San Carlos.

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El contrato fue renovado en 2019 ante numerosas críticas, pues en ese momento, además del mal estado de las paradas, la flota de veinticinco articulados ya habían cumplido su vida útil. Hace un año, el consorcio y el Cabildo aprobaron una medida temporal para que 60 buses convencionales reemplazaran a los articulados mientras se adquirían nuevas unidades.

Los nuevos articulados, sesenta de ellos, ingresarán al sistema desde mediados de octubre, pero no serán exactamente lo que la ciudadanía esperaba. Así lo indicó Ney Jiménez, gerente del Corredor Central Norte. “No se han adquirido el mismo tipo de articulados que teníamos, sino unos de 12 metros que agilitarán la movilidad. Sin embargo, es necesario recalcar que el ingreso de los buses urbanos al sistema ha ofrecido un cambio sustancial”, dijo.

Jiménez agregó que en las unidades nuevas han contado con una inversión de $ 36 millones, por lo que ha tomado tiempo adquirirlas. Sin embargo, la mejora en la flota no implicará cambios en el estado de las paradas.

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“El contrato que tenemos señala que el Municipio es el responsable del mantenimiento de las paradas, no nosotros. A la alcaldía pasada le comunicamos la situación, pero no recibimos respuesta. Las paradas ya cumplieron su vida útil y tienen que ser renovadas o reconstruidas”, aseguró Jiménez.

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Este añadió que, entre los pedidos realizados al Cabildo, también está la renovación de los bordillos del carril exclusivo del sistema.

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Cables y goteras. Cables salidos, mobiliario roto y goteras son comunes a lo largo de la ruta.Gustavo Guamán/ EXPRESO

“Tienen que solucionarse varios problemas para que el Corredor Central Norte se sume a la redistribución de la movilidad en diciembre con la apertura del Metro de Quito. Nosotros hemos cumplido con la renovación de las unidades”, dijo.

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El año pasado, el Cabildo del exalcalde Santiago Guarderas anunció que la introducción de los buses urbanos en el sistema también contemplaba la rehabilitación de las treinta y nueve paradas del sistema. No obstante, los numerosos daños constatados por EXPRESO a lo largo de la ruta, dejan dudas de que esta se concretó efectivamente.

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A inicios de semana, este Diario solicitó a la Secretaría de Movilidad datos sobre el proceso de recuperación e intervención de las paradas, pero no hubo respuesta hasta el cierre de esta edición.

Un funcionario señaló que no había reportes de daños, y que todas las paradas se encontraban funcionando con normalidad. Mientras tanto los usuarios cuestionan las condiciones de la reactivación de paradas que habían estado cerradas al público.

“Hasta hace poco, la parada de Cotocollao estaba cerrada. Denunciamos que había mendigos viviendo ahí. Vinieron y los retiraron, pero la parada está en pésimo estado, indicó Sonia Quishpe, residente de la localidad y usuaria del sistema.

En dicha estación, las puertas no cierran, los cables sobresalen de los techos y el piso se encuentra agujereado. En la estación de La Ofelia, en cambio, los usuarios no se quejan del estado del lugar, sino de la seguridad.

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“El problema se da temprano en la mañana o en la noche. Hay que estar muy pendiente de los ladrones”, comentó María José Angulo, otra usuaria.

Jiménez concordó. “Hemos pedido al Municipio su ayuda con un contingente de policías municipales, como los tiene el Trole o la Ecovía, pero aún no se ha concretado. Nosotros no podemos ofrecerle seguridad a los pasajeros”, afirmó.

La revisión del contrato con el consorcio, en pausa

En 2019, tras la renovación del contrato por la alcaldía de Mauricio Rodas, la comisión de Movilidad entrante pidió revisar la legalidad del contrato. Según Jiménez, la entidad no halló indicios para invalidar el convenio. 

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No obstante, la exconcejala Mónica Sandoval señaló que no hubo cuestionamientos porque la Secretaría de Movilidad nunca entregó los documentos que la comisión solicitó. “Pedimos el contrato, las adendas, los documentos de propiedad de la estación de La Ofelia, todo. 

No tenía sentido que se renovara un contrato con un consorcio cuyos buses no habían pasado en años la revisión vehicular. Nunca recibimos los documentos”, dijo.

EXPRESO consultó a la vicealcaldesa Fernanda Racines, quien preside la actual Comisión de Movilidad sobre la continuidad de este proceso, pero desde su despacho señalaron que no tenían conocimiento del tema.

Para Sandoval, la revisión debe seguir. “El deber de la comisión es fiscalizar. No se puede seguir renovando un contrato con una empresa que da un mal servicio.