Ciudades sanas

Latinoamérica es la región más urbanizada del planeta, ya que cerca del 80% de su población -unos 450 millones de personas- vive en ciudades y de esta, más de 110 millones de habitantes sobreviven en barrios marginales. Se estima que en los próximos ocho años, en el 2025, el 10 % de la población mundial estará concentrada en solo 37 ciudades y que para el año 2050 el 70 % de la población mundial vivirá en ciudades.

La Organización Mundial de la Salud ha hecho un llamado de atención sobre el impacto que lo urbano tiene sobre la salud de los habitantes y de cómo, hasta ahora, la planificación urbana ha fracasado, al haber privilegiado al automóvil en lugar de hacer que las ciudades sean realmente habitables.

La propia organización calcula que solo la contaminación del aire (considerada una de las principales causas de las enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares) es la causante de que tres millones de personas pierdan su vida cada año, a las que habría que sumar las muertes o dolencias crónicas ocasionadas por los accidentes de tráfico, el ruido o el sedentarismo.

En contraparte, ¿cómo sería la ciudad perfecta? La respuesta es simple, aquella donde la planificación urbana se haya impuesto, con sistemas sostenibles que prioricen la salud de los habitantes (y que estos sean el eje central de la planificación), en la que casi no haya crimen, con tráfico vehicular fluido y sin embotellamientos, sin contaminación o suciedad, con espacios públicos y áreas verdes suficientes y de calidad, con un transporte público que sea eficiente, rápido, puntual, limpio y cómodo.

El brasileño Carlos Dora, coordinador de Salud Pública y Medioambiente de la OMS lo indica claramente: “Hay evidencia de que las políticas que promueven el transporte público y zonas seguras para peatones y ciclistas reducirían la mortalidad prematura”. Lo fundamental es, en todo caso, imitar las buenas prácticas que se están generando en el mundo (Zúrich, Singapur, Seúl, Búfalo (Nueva York), son buenos ejemplos), y comprender la necesidad de que el sistema de salud y la planificación urbana vayan de la mano.