La Bahia de la droga se vuelve una tarima politica
Un barrio emblema. La Bahía de la droga, una etiqueta que desde hace años despojó a las calles 10 de Agosto y callejón 10 de su identidad urbana, se convirtió ayer en una tarima política donde el oficialismo lanzó dos claros mensajes contra dos claros receptores: los microtraficantes y la oposición en Guayaquil.
El presidente Rafael Correa encabezó la comisión de alto nivel que, en un barrio asediado por las fuerzas de seguridad, se abrió paso hasta donde hace tres semanas solo “se respiraba el humo de la droga”, según la descripción del Gobernador del Guayas Julio César Quiñónez quien, desde el 8 de enero, retomó -de la mano de la Policía- el control de una zona.
La lucha contra los narcóticos ya está en la cancha del presidente. Desde que el otrora Consep se convirtiera recientemente en una Secretaría Técnica contra las Drogas, bajo dirección directa de Carondelet, Correa se sabe directamente responsable. Antes no, recuerda. E insiste en que era un tema a cargo de Procuraduría, hasta que la legislación cambió. Para eso, asegura, es para lo que sirve “la mayoría revolucionaria” en la Asamblea Nacional. Guiño electoral.
El caso es que, ya en sus manos, Correa no ha tardado en hacer presencia. Y, por extensión, no ha tardado en hacer política.
“Yo no voy a politizar un tema tan serio como la droga, como nuestros jóvenes”, adelantaba el mandatario, como aperitivo de lo que soltaría enseguida. “Pero sí es necesario, por favor, que midan lo que está en juego: los dos modelos de desarrollo”.
Se refiere, claro, “al modelo exitoso” -imitando la voz de Jaime Nebot- con el que critica la política municipal del alcalde, a la que acusa de obsesionarse con la “regeneración urbana” y nunca haberse preocupado de la “regeneración humana”, aunque no explique qué es esto ni cómo se hace.
El presidente y el gobernador comparten (¿cómo no?) la visión de “una nueva realidad” en la Bahía de la droga, de “la acción integral” y de un barrio recuperado del “maquillaje” municipal.
Guillermo Argüello, director de Urbanismo y Ordenamiento Territorial del Municipio de Guayaquil, resta drama político a la crítica oficialista. No solo porque el Municipio “no tiene que ver con el control del microtráfico” sino porque, dice, consultado por este Diario, “solo la ceguera política” impediría ver las acciones sociales del Cabildo.
La integralidad es la base con la que el Gobierno busca diferenciarse. Al presidente lo esperaban sus ministros de Inclusión Social, Salud, Seguridad, Educación e Interior (y también los Latin King), cuyas cuadrillas adelantaban el trabajo de campo para reforzar el nuevo mensaje contra las drogas, esta vez apolítico: “Hay la determinación de todo un Gobierno para acabar con el microtráfico”.