
El asedio que llego con el oro
Con extorsión, medio centenar de personas armadas se aseguraban el control de la extracción minera. Policías y militares llegaron hace un mes a Buenos Aires.
Hace más de un mes, militares y policías iniciaron acercamientos con la gente asentada en las ciudades de plástico levantadas cerca de las minas de oro ubicadas en las montañas de la parroquia imbabureña de La Merced de Buenos Aires.
Su presencia generó confianza y se hizo parte de la cotidianidad de quienes llegaron atraídos por la fiebre del oro. El acercamiento sirvió a los uniformados para conocer cómo era la vida en los asentamientos irregulares, la rutina, quiénes vivían ahí, de dónde venían y a qué se dedicaban.
Esa fue una de las claves para que la primera parte del operativo Amanecer Radiante, puesto en práctica desde la madrugada de este martes 2 de julio, se desarrollara sin incidentes violentos y se consiguiera desplazar a cerca de 3.000 personas en tres días sin tensión.
Tanto se acostumbraron los habitantes de esas localidades que el martes 2 de julio cuando recibieron la disposición de abandonar sus cambuches, cuartos o covachas lo hicieron sin generar mayor drama ni inconveniente, comenta un militar. Alcanzaron a recoger sus pertenencias, lo básico. Especialmente los que tenían tiendas, locales de comida, venta de artículos, sitios de alojamiento, bares, fruterías...
En el primer día salieron casi 1.000 personas de la Feria, la Visera y algunos de la Ciudad de Plástico. El flujo fue 80 personas por hora, señala a EXPRESO el comandante de Operaciones de la Policía, Hernán Carrillo. El miércoles la salida se duplicó casi a 150 personas por hora, destaca el oficial. En más del 60 % eran venezolanos, colombianos y peruanos. El resto provenía de Zaruma, El Oro, Azuay, Cañar, Chimborazo. De Buenos Aires había pocas personas. Eso se evidenció en los registros que efectuaron policías y militares.
Los que salieron en el segundo día de operativo ya provenían de las cuatro minas ubicadas hasta a tres kilómetros de distancia de los asentamientos ilegales. Hasta esos sitios llegaba todo gracias a un mecanismo de poleas ideado por algún ingenioso. En las montañas a las que miles llegaron atraídos por la fiebre del oro se divisa una telaraña de cables de acero, cabos, sogas y otros que servían para el transporte de los sacos del material desde las minas hasta las chancheras o laboratorios en los que se trituraban antes de pasar a piscinas llenas de mercurio y cianuro para la extracción del metal.
Peo no solo servían para eso. Mineros cuentan en voz baja que por ahí se bajaban heridos y hasta fallecidos producto del trabajo en las minas. Si no tenían familiares se los sepultaba en los alrededores.
La ministra del Interior, María Paula Romo, señaló que alrededor de la zona se crearon una serie de rumores e historias sobre muertes y cuerpos enterrados que debía quedar verificada ayer con la llegada de los uniformados a la parte alta de la montaña para tomar el control de la llamada ‘Mina Vieja’. Hasta el cierre de esta edición, no había regresado la expedición con el balance de la jornada.
Al menos 500 policías iniciaron la ruta hasta llegar al lugar en el que, se presumía, esperaban al menos 20 de los 50 irregulares armados que se dedicaban a brindar seguridad para la extracción ilegal de oro.
Al menos 30, según la información que manejaba el operativo, habrían abandonado la zona por las montañas cercanas a Lita antes de la llegada de las fuerzas del orden. Por ese sector patrullan comandos de la Brigada de Fuerzas Especiales Patria de Latacunga, según informó el general Fabián Fuel, comandante de Operaciones del Comando Conjunto.
Ese personal armado se dedicaba a la extorsión. Los dueños de los locales debían pagar por protección hasta cinco dólares, los que querían pasar por la calle dos dólares y una cantidad similar para trabajar como obreros o perforadores en las minas, según comentan los propios lugareños. Un ciudadano colombiano informó a la Policía que rastrillaban sus fusiles en las cabezas de los que no querían pagar o les daban 10 segundos para salir corriendo, para mantener bajo su control todos los aspectos de la extracción irregular de minerales.
Por información militar, se conoce que el oro salía de forma ilegal a Colombia y Venezuela desde el mismo sector minero y sin pagar impuestos. Los constantes decomisos en las carreteras de sacos de piedras extraídos de las minas obligaron a la instalación de laboratorios en sitios cercanos, según comprobó la ministra Romo.