El tótem, ubicado en el Museo del Municipio de Guayaquil, es visitado por varias personas.

Un arbol de guasango esculpido por los aborigenes

Un antiguo tronco es el escenario de la obra aborigen.

El tronco de un árbol de guasango fue la base para la demostración de creatividad artística de una milenaria cultura de la costa ecuatoriana. 32 figuras humanas y dos caimanes se tallaron en alto relieve. La escultura abarcó la parte alta y baja del tronco del árbol, realizada por artistas aborígenes, quienes representaban a la cultura Huancavilca.

Se conoce que es una madera caracterizada por su dureza, más fuerte que el guayacán, donde no logra entrar la polilla. Este es el motivo por lo que el tótem se ha conservado intacto, pese al transcurso de los siglos. El hecho de trabajar en una madera tan sólida, significaba un gran esfuerzo en aquellos tiempos en que no existían cinceles de acero ni máquinas eléctricas

El tótem —perteneciente a la cultura Manteño-Huancavilca— mide 8,55 metros de alto. Es la figura que recibe a los visitantes en el hall del Museo Municipal; en su contorno se pueden observar tallados a hombres en estado de erección y mujeres embarazadas. Los rostros muestran narices de estilo egipcio, similares a las de las mujeres de Colonche. En Juntas del Pacífico, Sacachún y otras comunas de la actual provincia de Santa Elena, ubicadas en las faldas de la cordillera Chongón-Colonche, hay varios totems del mismo estilo. Uno de ellos alcanza los dos metros de altura, donde se encuentran talladas tres figuras humanas de la época.

Para ubicarlo a la entrada del museo se debió cavar un foso, de modo que pudiera ingresar al edificio. Se muestra, además, una tumba de pozo profundo con cámara lateral, como un modelo funerario de la sociedad Manteño-Huancavilca.

En vitrinas incrustadas en las paredes de la oquedad, se exhiben representaciones en miniatura de los monolitos relacionados con el poste, hallados en el cerro Las Negras, otra elevación en la cordillera Chongón-Colonche.

Los hombres y mujeres fueron talladas en su desnudez. La función del poste dentro de los rituales aborígenes, fue una expresión simbólica que entraña interrogantes aún por resolver. Aseguran los habitantes del sector de la cordillera costera, que aludiría a la fertilidad.

“Los hombres están en estado de erección y las mujeres embarazadas (con los brazos sosteniendo el vientre). Es un tronco de culto a la fertilidad”, dijo el historiador Víctor Hugo Arellano, director del Museo Municipal.