
Los animales se consideran cosas en el ambito judicial
Una carencia que es consecuencia de un desconocimiento ciudadano y del “poco interés por parte de las agencias jurídicas de proteger a los animales como corresponde”, menciona el abogado constitucionalista, Alejandro Vanegas.
El crimen causó revuelo en redes sociales. La noche del martes 23 de enero, el hijo de María Gabriela Vélez salió a pasear a su mascota cuando un sujeto se bajó de un carro, a la altura del colegio La Moderna, en el kilómetro 2,5 de la vía Samborondón, y luego de apuntarle con un arma le sustrajo el celular y a su boston terrier.
“No podemos creer que esto pasó. ‘Charly’ es un miembro más de la familia, incluso viaja con nosotros”, dijo María Gabriela a este Diario. Y aunque, según como lo publicó EXPRESO ayer, la demanda por esta raza ha aumentado en los últimos meses, y los casos de mascotas desaparecidas salen a la luz cada semana, no hay registros judiciales ni policiales que sustenten el hecho de que el robo de estos animales se ha convertido en un patrón en Guayaquil.
¿Cuál es la razón?
La falta de denuncias, coinciden los expertos consultados por este Diario. Una carencia que es consecuencia de un desconocimiento ciudadano y del “poco interés por parte de las agencias jurídicas de proteger a los animales como corresponde”, menciona el abogado constitucionalista, Alejandro Vanegas.
Su opinión va relacionada al hecho de que no existe un artículo en el Código Orgánico Integral Penal que sancione directamente al robo de mascotas como un delito. “Los animales para el Código Civil son bienes muebles, son cosas, objetos, y en concreto semovientes. Es decir, los animales tienen esa categoría de cosas. Por lo tanto, si me roban a mi perro el crimen es sancionado de acuerdo al artículo 189 del COIP, como un robo normal”, explica.
El fiscal César Peña va más allá y menciona que ese artículo del COIP solo aplica si el valor de lo robado, es decir de la mascota, es mayor a medio salario básico unificado ($ 193).
“Hay que ver cuánto es el avalúo de la mascota. No solo de cuánto costó al comprarlo si no la alimentación, el veterinario, la medicina, todo eso implica. Si el valor es menor, se registra como una contravención, como un hurto”, explica Peña.
Y enfatiza que si llega a aplicar para el delito de robo, el proceso para encontrar al causante del ilícito es el mismo de siempre: se registra la denuncia, va a la unidad de Fiscalía correspondiente y se realiza una investigación. “Lo que pasa es que nadie viene a denunciar. Prefieren manejarlo con volantes o vía redes sociales”.
Ese mecanismo funcionó para José Ponce, quien luego de cinco días de búsqueda y publicaciones tuvo que pagar mil dólares a una persona que “encontró” y devolvió a su rottweiler. En ese tiempo, asegura, se sintió devastado, desesperado. “Toretto llegó a mi vida en un momento difícil, era el cumpleaños de mi mamá y ella había fallecido de cáncer. Tomé su llegada como una señal. Pensar en haberlo perdido me tenía mal”, rememora.
Ponce supuso que quien se llevó a su perro lo quería para sacar crías, “para hacer plata”. “Mi perrito no tenía testículos, así que no les servía”. A Daniela Betancourt le pasó lo mismo cuatro veces. De su casa le robaron dos golden retriever, una bulldog y una french. De esas solo pudo recuperar a una de las golden. Tuvo que entregar una nevera para pagar la recompensa que ofreció en las redes sociales.
“Era la única que no estaba esterilizada y nosotros sabemos que la gente que roba perras de raza es para sacar crías y después que las han exprimido, haciéndoles parir muchas veces, las abandonan”.
Shirley Moreno, jefa de Bienestar Animal del Municipio, cuenta que han encontrado muchos de estos casos en las calles. “La mayoría de los perros que decomisamos son robados. Cada vez hay menos venta, pero la falta de denuncia es un problema, pues la ausencia de estadísticas no permite ver el problema de forma real”.