En el barrio Arrayán Interandino, sector La Cima de la Libertad, suroccidente de Quito, las obras más esenciales como alcantarillado, agua potable y vías de primer orden todavía son una utopía para sus moradores.

Rubén Guainilla vive en este sitio desde que nació, es decir hace 54 años. Toda su vida ha sido una constante lucha. Incluso para proveerse de lo esencial, como el agua potable.

Cuenta que hace cuatro décadas se puso en la tarea de buscar un ojo natural de este líquido adentrándose en las faldas del Pichincha. Junto a su esposa halló uno y desde entonces se abastece de dicho afluente.

“Tendimos casi 300 metros de manguera para que nos llegue a la casa. Construimos un tanque de cemento para guardarla ahí, porque antes de descubrir esto teníamos problemas con unos vecinos del barrio aledaño, porque nos mezquinaban el agua que acá no llegaba, ni llega”.

El agua en este barrio no es potabilizada, ni recibe tratamiento para el consumo humano. Hervirla es el único mecanismo al que recurren los habitantes para evitar contraer enfermedades.

Pero Guainilla añade que esta necesidad insatisfecha muy pronto será subsanada. Al menos eso espera, porque un ofrecimiento del Cabildo llegó hasta sus oídos.

“Los trabajos empezaron en los barrios de abajo, Atacazo y Balcón Quiteño. Nos dijeron que el agua iba a llegar hasta acá, que para febrero del año próximo ya podremos contar con eso. Si así fuese, sería una alegría inmensa, porque como es algo que nunca se ha tenido, sí emociona saber que de algo sirven los impuestos que nos cobran”.

En el trayecto hacia este barrio capitalino, los trabajos de remoción y apertura de canales para la tubería fueron constatados. Incluso, a través de una valla publicitaria del Municipio se conoció que el monto aproximado para estas intervenciones será de 356 mil dólares.

Pero en cuanto al sistema de alcantarillado, las esperanzas que les quedan son mínimas.

Blanca Chancoso menciona que durante 10 años han emitido solicitudes, oficios a las administraciones zonales para que atiendan este requerimiento, pero siempre les dan la misma respuesta: la evasiva.

Pese a eso, la mujer, quien también ha vivido durante un largo período en este periférico barrio, insiste en que “algún día se acordarán de nosotros y nos ayudarán, debemos seguir intentando”.

Las vías de tercer orden son otra dificultad que incomoda a estos habitantes. Clemencia Chicaiza demuestra su inconformidad por la falta de atención que les prestan las autoridades de turno, más aún porque el camino que piden que sea rehabilitado conduce a una zona turística natural ubicada en las faldas del Pichincha.

Para intentar mermar la polvareda y darle un mejor aspecto al sector, los dirigentes hicieron un petitorio al Cabildo para que les provean de los adoquines que desechan de vías que están en proyectos de readecuación. Es así que, arrumados a un costado de esta vía conocida como Juana Atahualpa, están los montículos de viejas piedras que desde hace seis meses forman parte de un tramo de este camino.

“Entre 20 vecinos hacemos minga y colocamos los adoquines. Gracias a que un familiar sabe del oficio, no hemos tenido que gastar en un maestro. Ahora estamos paralizados porque esperamos que llegue la tubería del agua potable que ofrecieron, pero desde el otro año arreglaremos la calle hasta donde nos dé”.

La Empresa de Obras Públicas (Epmmop) indicó que la vía en mención será rehabilitada una vez que inicie un nuevo proceso de contratación.

Sobre el sistema de alcantarillado, la Empresa de Agua Potable (Epmaps) aclaró que no ha sido posible intervenir el lugar debido a que está en proceso de regularización barrial.