¿La idea de crecimiento es anticuada?

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Debemos iniciar acciones decididas ahora para evitar el desastre climático hacia el que se encamina el mundo.

Ya es evidente que estamos viviendo por encima de los límites del planeta. A menos que cambiemos algo, las consecuencias serán terribles. ¿Será ese algo la importancia que asignamos al crecimiento económico?

El cambio climático es el riesgo más importante que enfrentamos, y ya estamos viendo indicios de los costos. Estados Unidos, uno de cuyos principales partidos políticos está dominado por negacionistas del cambio climático, es el mayor emisor per cápita de gases de efecto invernadero y el único país que se niega a sumarse al acuerdo climático de París (2015). De modo que no deja de ser irónico que también se haya convertido en uno de los países con el mayor nivel de daños materiales relacionados con fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones, incendios, huracanes, sequías y heladas.

En algún momento estadounidenses que esperaban que el cambio climático los beneficiara, incluso hoy, unos pocos economistas siguen creyendo que no hay mucho de qué preocuparse, mientras el aumento del promedio de temperaturas globales no supere 3 o 4 ° Celsius (en vez del límite de 2 °C fijado por el acuerdo de París). Pero es una apuesta temeraria: la concentración de gases de efecto invernadero está cerca de alcanzar su nivel máximo en millones de años, y si perdemos no tenemos ningún otro lugar donde ir.

Los estudios que señalan que podemos tolerar un aumento de temperaturas son profundamente defectuosos de modo que no dan suficiente peso a la probabilidad de resultados dañinos. Y estos estudios presentan sistemáticamente un análisis sesgado en contra de tomar medidas contra el cambio climático. Puede que los sistemas económicos y ecológicos sean capaces de tolerar un nivel pequeño de cambio climático, pero que a partir de cierto nivel la magnitud de los daños se dispare. 

Tal vez un nivel de cambio climático por debajo de cierto umbral no aumente el riesgo de esos extremos meteorológicos, pero un nivel mayor puede aumentarlo en forma desproporcionada. Y es allí precisamente cuando menos podemos absorber los costos. No hay fondo de inversión al que podamos recurrir si llegáramos a necesitar inversiones para hacer frente a grandes aumentos del nivel de los mares, a riesgos sanitarios imprevistos y a migraciones a gran escala como resultado del cambio climático. 

Finalmente, los que defienden una postura de esperar a ver qué pasa por lo general evalúan las pérdidas futuras con una tasa de descuento muy alta. Es decir, cuando se toman medidas cuyos efectos se verán más tarde, se evalúa el valor actual de los costos o beneficios futuros. El gobierno del presidente estadounidense Donald Trump ha dicho efectivamente que nadie querría gastar más de alrededor de tres centavos de hoy para evitar una pérdida de un dólar en 50 años. Por lo visto, las generaciones futuras no importan demasiado. Es una decisión inmoral. 

Debemos iniciar acciones decididas ahora para evitar el desastre climático hacia el que se encamina el mundo. Y es auspicioso el hecho de que tantos dirigentes europeos promuevan esfuerzos para que el mundo obtenga la neutralidad de carbono en 2050. El informe de la Comisión de Alto Nivel sobre Precios del Carbono sostiene que podemos alcanzar el objetivo fijado por el acuerdo de París de limitar el calentamiento global a no más de 2 °C y al mismo tiempo mejorar los niveles de vida: la transición a una economía verde puede alentar la innovación y la prosperidad.