La voluntad aérea

Década de gestión municipal han servido para conocer las repercusiones de crecer sin plan maestro. No se entiende que con semejante criterio, el Estado renuncie a regular los aeropuertos, siendo una obra de índole nacional

La voluntad aérea es más potente que la férrea a la hora de conseguir construir un aeropuerto. Si alguien quiere poner una infraestructura de ese tipo, que gane unas elecciones municipales. Por el ejemplo ecuatoriano puede deducirse que pese a ser un proyecto de índole nacional, la planificación y decisión no depende tanto de los intereses estatales del país sino de los del dirigente que quiera llevarlo a cabo.

La decisión de dónde instalarlo, con qué conexiones, con qué servicios relacionados debería, en teoría, estudiarse y medirse a nivel Administración central para que la nueva construcción sirva a los intereses del Estado. Para tener un flujo aéreo coordinando en demanda y oferta de pasajeros y carga. Pero no. Lo que pesa es la voluntad. Puede ser de un municipio.

Ya después, con el interés particular bien definido, ubicado e impulsado, es cuando empiezan a resolverse los inconvenientes o imprevistos no considerados. Décadas de gestión municipal han servido para conocer las repercusiones de crecer sin plan maestro.

El Estado, en este caso, no debería renunciar a regular los aeropuertos, como infraestructura estratégica de interés nacional. No es un asunto para que quede a criterio exclusivamente municipal.