Pisar el acelerador

El empleo, la inseguridad, la corrupción, las crisis sanitaria y el manejo ineficiente de las instituciones son urgencias -más que prioridades o pendientes- de talla nacional que no admiten espera.

No son solo metas ni asuntos pendientes por resolver. No son prioridades, sino urgencias. El Gobierno tiene en sus manos, al menos, una decena de temas impostergables que han quedado hasta ahora relegados por la vacunación. Cierto es que nada puede darse, ni reactivación ni empleo ni educación ni futuro ni progreso, sin un escenario base en el que los ciudadanos estén protegidos frente a la pandemia de la COVID-19. Pero ese punto de partida debe convivir con una gestión multifacética para otras necesidades no resueltas y aplazadas por los mandatarios precedentes.

El empleo, el deterioro del poder adquisitivo de las familias, la inseguridad, la crisis carcelaria y la sanitaria, la ineficiencia y caída en descrédito de las instituciones públicas, la corrupción, la falta de oportunidades para los jóvenes, la deficiente educación y conciencia social son apenas unas máximas repetidas en las propuestas electorales y discursos de los políticos de turno que no admiten más espera.

Con la maquinaria en marcha, no hay que perder de vista el reloj. El atraso de las últimas etapas presiona cuando hay cuatro años por delante. Es tiempo suficiente para ordenar el caos. Es lo prometido en campaña.