Que pare el juego

La política nacional no puede continuar siendo un juego de palabras, de tiempos verbales y de sujetos incógnitos...

Una frase resuena con insistencia en los pronunciamientos de una fuerza política que gobernó el país por más de una década. También se replica en las redes sociales de sus simpatizantes. Con ella supuestamente señalan a los culpables de la corrupción, indicando, en tiempo pasado, que la vienen practicando hace tiempo. Pero la ambigüedad de tal señalamiento da lugar a cuestionamientos: ¿quiénes son esos culpables? No identifican a los ejecutores del asalto a los fondos públicos, de las negociaciones opacas, ni del sinnúmero de contrataciones de obras fallidas. Si lo sabían y durante el tiempo que gobernaron no hicieron nada por denunciarlos o sancionarlos, serían entonces encubridores o incluso sus cómplices.

La política nacional no puede continuar siendo un juego de palabras, de tiempos verbales y de sujetos incógnitos, ni el escenario desde el cual corruptos y pusilánimes llevan al país al descalabro. Ecuador necesita políticos decentes. Líderes que asuman su papel motivados únicamente por el cívico afán de lograr el progreso y bienestar de todos sus habitantes, no de enriquecerse a sí mismos y a sus allegados. Necesita asambleístas fieles a principios, que luchen contra la corrupción y por la depuración de las instituciones, y no dispuestos a venderse al mejor postor.