Niños secuestrados
No es que haya un trasfondo político o una estrategia de mostrarse como heroína ante un problema inventado. No es por eso que Guayaquil boicotea el regreso a clases. Es porque la ciudad la gobiernan unos iluminados
Nada más ruin en la gestión pública que utilizar a los niños como moneda de cambio. Guayaquil ha decidido plantear el enésimo pulso desmedido y sin sustento al Gobierno secuestrando las posibilidades de los menores de educarse, formarse, crecer, madurar, socializar y ser el futuro del progreso del país.
Parece que en el Municipio de Guayaquil hay una iluminación especial a la hora de razonar que lleva a su máxima cabeza a boicotear el regreso a clases. El resto del mundo devolvió a su hábitat natural a los niños en 2020, cuando no había ni vacunas. Pero Ecuador no. Y ahora, Guayaquil tampoco. Somos especiales. Todos los países comparten experiencias tranquilizadoras: ni los niños son foco de masivas olas de contagio, ni cuando se contagian son hospitalizaciones masivas. No. Eso no pasa en ningún lado. Aquí tampoco. Pero va a pasar con los alumnos guayaquileños. Está pronosticado con la bola de cristal de una líder que sabe más que hasta las experiencias ya vividas en otros lados.
No es que haya un trasfondo político para exagerar siempre las reacciones y hasta sin criterio técnico. No es que sea una estrategia mostrarse como heroína ante un problema inventado. No. Es que son seres iluminados con una verdad que los demás no son capaces de entender.