Editoriales

Falla la moral, falla todo

Todos tienen derecho a vacunarse, pero en un orden, y por más difuso que sea el preestablecido todos saben que no son los más listos, los más ‘influencers’, los más ricos o los más patriotas los que deberían ser los primeros.

La normativa está para regular situaciones. Pero es finita. No todo puede estar regulado hasta el último detalle. Y a veces, hasta con reglamentación de por medio, hay margen para actuar por la izquierda. Pero que haya ese espacio no significa que deba hacerse. La decisión entre apegarse a lo correcto o desviarse es la brújula personal y colectiva de la moralidad. Si la moral de una persona o de una sociedad falla, falla todo.

Hay corrupción, hay injusticias, hay privilegios. No siempre constituyen delitos, pero son reprochables. Como con la vacunación. Por más preciso que fuese el plan de vacunación de un gobierno y más controles que se estableciesen para evitar irregularidades -cosa que, para más inri, no hay en Ecuador-, el primer cerco al comportamiento es ese que permite discernir lo que está bien y lo que está mal. Confundir eso en la práctica lleva a situaciones en donde se justifica en el amor por la familia, en el grado de exposición, en la contribución a la patria y hasta en la facilidad de tener contactos la perversidad de tomarse un derecho por delante de otros que sí tienen prioridad. Todos tienen derecho a vacunarse, pero en un orden, y por más difuso que sea el preestablecido todos saben que no son los más listos, los más ‘influencers’, los más ricos o los más patriotas los que deberían ser los primeros.