El espejismo de las encuestas

Hay que repensar las encuestas, más como un espejismo, menos como una fotografía. Analizarlas siempre dejando abierta la puerta a la sorpresa. Que no sean nunca una forma cómoda de decidir por quién votar...’.

Las encuestas de intención de voto son fotografías de un determinado momento y espacio territorial. Eso está claro. Lo que no queda tan claro es por qué esas fotografías distan tanto unas de otras. Se supone que son un estudio focalizado, con variables y fórmulas matemáticas que proyectan la inclinación del votante, por lo que al menos deberían guardar coherencia. Ahora ni eso. Las encuestas ya no son esa fotografía. Las más serias son difusas; y las no tanto, son herramientas de campaña para posicionar en el electorado que determinado candidato está a la cabeza de la carrera o que otro está despuntando. La realidad es que en las últimas elecciones algunas de estas mediciones tuvieron muchas falencias. El candidato presidencial del movimiento indígena ni aparecía entre los tres primeros y fue la gran sorpresa, al igual que el aspirante de las redes sociales del partido naranja, que sacó un sorpresivo cuarto puesto.

Hay que repensar las encuestas, más como un espejismo, menos como una fotografía. Analizarlas siempre dejando abierta la puerta a la gran sorpresa. Que no sean nunca una forma cómoda de decidir por quién votar y por quién no. Eso es caer en el juego de la campaña sucia de algunos candidatos. Ellas también deben repensarse, más como herramientas que brinden certeza y menos opacidad.