Escupir hacia el cielo

El caso Isspol no se fraguó en las oscuridades y sin que nadie lo notase. Hubo hasta reformas legales que amplificaron el perjuicio. Hoy, la indagación debe llegar a los altos cargos y si no llega ahí, habrá que investigar también por qué

Apuntar arriba y sin miedo. En el caso Isspol hay que ir más allá. No aplica lo de no escupir al cielo para que no manche a los de abajo. Porque eso es precisamente lo que conduce a la impunidad de la corrupción y lo que está ocurriendo. Los urdidores del mayor desfalco de fondos públicos en Ecuador (más grande que la trama de Odebrecht) están aún lejos de las garras de la justicia local. Estados Unidos les respira en la nuca y les tiene ojo avizor para intentar eludir las consecuencias penales, pero en Ecuador la balanza está inclinada a favor de los que esquilmaron las jubilaciones de la Policía. Es impensable que hayan desgranado durante años los aportes de pensiones de 50.000 policías, con un empujoncito regulatorio mediante, sin que ninguna autoridad gubernamental o de control percibiese indicio alguno. Nadie se encontró una hebra o cabo sin atar del que tirar. Todo ocurrió a vista y paciencia de todos. Hasta que estalló el caso y ahora toca desplegar el radar más allá de lo que alcanza la Fiscalía local y más allá de las manos metidas en recursos que se ven en la superficie. Hay que ir hasta los peces gordos, como han pedido los representantes de los afectados. Y si no se llega, habrá que investigar también por qué.