Editorial: ¿Urbanizar sin planificar?
El desarrollo inmobiliario ha superado con creces la capacidad vial del sector
La creciente urbanización de Samborondón plantea una interrogante: ¿bajo qué criterios se otorgan los permisos de construcción? A diario emergen nuevas urbanizaciones, torres de departamentos y oficinas, y centros comerciales en zonas donde las calles ya no dan abasto. Basta recorrer sus vías estrechas y saturadas para advertir que el desarrollo inmobiliario ha superado con creces la capacidad vial del sector.
Las autoridades no pueden seguir actuando como si el crecimiento poblacional y vehicular no tuvieran consecuencias. La ampliación de la avenida principal a cinco carriles es apenas un paliativo frente a un parque automotor que no deja de crecer. Más preocupante aún es la aparente falta de estudios urbanísticos que garanticen un desarrollo planificado y sostenible.
¿Dónde están los planes para incorporar un transporte público eficiente? ¿O las soluciones para que peatones o ciclistas se desplacen con seguridad? Las limitaciones naturales de Samborondón, flanqueado por los ríos Daule y Babahoyo, exigen una visión técnica y estratégica, no improvisación.
Mientras no existan políticas claras y proyectos viables para enfrentar la congestión, resulta incomprensible que se sigan aprobando nuevas construcciones. Sin planificación no es posible hablar de progreso; Samborondón requiere un desarrollo ordenado.