Editorial | Transporte público: obligado a mejorar
El Estado pide un esfuerzo económico al país eliminando subsidios, por lo que los ecuatorianos deben exigir servicios dignos
La eliminación del subsidio al diésel pone a Ecuador frente a una bifurcación inevitable: o repetir un ciclo de promesas incumplidas o aprovechar la ocasión para hacer cambios reales. Ya hemos vivido este guion: aumento del precio de pasajes y ofrecimientos de mejora en el transporte urbano, versus décadas de mal servicio, hacinamiento, inseguridad y falta de respeto al usuario.
El Gobierno ha anunciado ayudas para los transportistas con la finalidad de que se comprometan a no subir tarifas. Lograr que aquello se haga realidad requerirá de la responsabilidad ciudadana y de las autoridades, tanto del Gobierno Central como municipales, realizando controles efectivos e imponiendo sanciones; todo conjuntamente con una ciudadanía que ejerza presión. Nadie puede quedarse al margen.
El Estado pide un esfuerzo económico al país eliminando subsidios, en consecuencia, los ecuatorianos deben exigir servicios dignos. Que las alcaldías hagan sentir su autoridad y que los transportistas cumplan sus compromisos con paradas seguras, unidades limpias, rutas bien coordinadas y horarios respetados. El cambio no será cómodo ni rápido, pero la sociedad no lo aceptará si no ve mejoras significativas en la calidad del servicio. La ayuda que recibirán los operadores del transporte público hace que la esperada transformación positiva no admita ninguna excusa.