Editorial: Quito no se merece esto

La política local, enredada en pleitos y vanidades, agrava el deterioro de Quito

La crisis de identidad y de liderazgo por la que atraviesa Quito es una de las más graves de su historia moderna. Si a esto se le suma el problema del desempleo, el más alto del país, y la inseguridad —Quito es la segunda ciudad con más casos de extorsión—, la situación se torna trágica. Si en ese escenario las élites políticas no hacen nada para sacar a la ciudad de la postración en la que se encuentra, el futuro de Quito como una capital que proyecte ideas e iniciativas de alcance nacional se evapora.

Precisamente, las fiestas que acaban de celebrarse fueron empañadas por las pugnas políticas entre las más altas autoridades de la ciudad y del país. También fueron contaminadas por las denuncias de corrupción al interior del Municipio y por el anuncio del alcalde de que se presentará a la reelección cuando falta más de un año para las elecciones, lo que significa que, de hoy en adelante, habrá un precandidato dirigiendo el Municipio.

Más preocupante aún es que el gobierno esté auspiciando la candidatura a la Alcaldía de un exalcalde que fue destituido por haber sido un pésimo mandatario. Esto es, sin duda, una ofensa para la ciudad, pues evidencia que se piensa en los triunfos políticos y no en la posibilidad de sacar a la ciudad de la postración en la que se encuentra.