Editorial: Intereses tras los concursos
Más atrasado aún está el proceso de selección de la nueva autoridad de la Fiscalía General del Estado...
No hay concurso de selección de autoridades en este país que pueda iniciar y terminar bien. Parece que un requisito para que sea un verdadero concurso es que tiene, sí o sí, que liarse en algún punto. Es verdad que sería ingenuo pensar que un proceso de selección debe estar exento de problemas y trabas, pero que esto se convierta en una constante, ya es otra cosa. Y el que parecía ser la excepción a la regla, terminó frenándose justo al final.
El concurso para la renovación parcial de la Corte Constitucional, organizado por la Función de Transparencia, ahora está en pausa. La presunta inhabilidad del segundo mejor puntuado paralizó el proceso y, como ya es usual en Ecuador, se esperan certificaciones de instituciones para saber si opera o no esa prohibición. Más atrasado aún está el proceso de selección de la nueva autoridad de la Fiscalía General del Estado, este organizado por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. El reemplazo de la fiscal debería entrar en el ya muy próximo abril, pero el proceso está en pañales.
No importa quién los organice, ni el presupuesto, ni lo prolijo de cada etapa, está claro que los concursos de selección están destinados a convertirse en un pantano de quejas, de trabas y dilaciones porque los intereses ocultos son muy espesos.