Editorial: El futuro del país no se improvisa
En medio de tantas necesidades, no podemos darnos el lujo de seguir improvisando el futuro del país, pues ello ya nos ha pasado factura
El tiempo es corto y las urgencias de un Ecuador decadente apremian. El nuevo gobierno no puede evitar lo primero, pero sí proponerse hacer una gestión contundente que, en año y medio, al menos permita dar un mejor rumbo al país. Para ello, tener una agenda de prioridades es clave.
En días de urgencias, lo primero que debería hacer el presidente de la República es cumplir con su palabra, aquella que resonó en su discurso de posesión, en el cual prometió dejar atrás la vieja política caracterizada por los egos y el revanchismo. Solo así podrá gobernar sin perder el objetivo. Los roces que hasta aquí ha tenido con la vicepresidenta y el alcalde de Guayaquil -con este último por el retiro de la concesión de la administración del Quinto Puente- no deberían darse; tendría que concentrarse en debatir estrategias que lo acerquen a la consecución de su misión: resolver los problemas que agobian al país, como la crisis de inseguridad, la energética, el desempleo, temas urgentes que aún no tienen un planteamiento real de solución.
En medio de tantas necesidades no podemos darnos el lujo de seguir improvisando el futuro, pues ello ya nos ha pasado una factura que se refleja en un alto déficit fiscal y en la incapacidad del Estado de retribuir a los hogares con seguridad, empleo, salud y educación.