Editorial | El debate, en agonía

¿Cómo se espera que los ciudadanos respeten a las autoridades o lo que representan si no se respetan entre ellos?

Una dosis de poder sumada al micrófono libre de las redes sociales nunca arroja un buen resultado. Uno de los más recientes casos de este coctel peligroso para el debate público fue el protagonizado por la ministra del Ambiente y el alcalde de Guayaquil. Llevar una discusión técnica sobre el estado del agua potable de la ciudad al campo del insulto público es reprochable en todos los sentidos. Es la clara evidencia de la degradación total de la discusión pública y constituye una falta de respeto a los ciudadanos.

¿Cómo se espera que los ciudadanos respeten a las autoridades o lo que representan si no se respetan entre ellos? Claramente, el debate de altura está agonizando. Mientras estos episodios sigan repitiéndose y normalizándose dentro de la sociedad, el ciudadano es el único que pierde. Lo que queda es señalarlos y esperar al menos una evaluación sincera y consciente del hecho por parte de la autoridades, junto con las debidas disculpas a los ciudadanos. Si no, con su silencio estarán normalizando el insulto como parte del debate público y darán permiso para que cualquier persona los trate de igual manera, o peor, en las redes sociales.

Está bien tener roces y posiciones encontradas, lo que no está bien es empujar el debate al estercolero al que lo están llevando.