Editorial | Celebrar bien a Quito

Hoy las Fiestas de Quito parecen más la constatación de múltiples fallas institucionales que una conmemoración con identidad

Quito merece unas fiestas que celebren su historia, su cultura y su gente, alejadas de escándalos y de desorden administrativo. Muchas actividades oficiales han sido suspendidas por trabas en la contratación pública, y en consecuencia, miles de artistas y trabajadores culturales se van a quedar sin empleo en plena temporada festiva.

Lamentablemente, los conciertos o desfiles que otrora mantenían vivos los tradicionales festejos capitalinos han sido reemplazados por marañas burocráticas, denuncias de sobreprecios y componendas, y enfrentamientos entre autoridades. Si se insiste en convertir las fiestas en monopolio del Municipio, estas perderán su esencia. Los eventos barriales, comunitarios y espontáneos que realmente daban el sabor característico de la ciudad a las festividades, poco a poco van quedando relegados.

Actualmente las Fiestas de Quito parecen más una constatación de múltiples fallas institucionales que una conmemoración con identidad. Si la autoridad no corrige con urgencia esa cultura de improvisación, desidia y conflictividad, lo que quedará será una celebración desdibujada, sin brillo ni orgullo.

Los quiteños y ecuatorianos merecen respeto, honestidad y una fiesta que represente su historia y su idiosincrasia, sin que la politiquería y la corrupción la empañen.