Abiertamente transparentes

Deben, por la naturaleza de su puesto, habituarse a estar siempre bajo la lupa de la ciudadanía, a una permanente rendición de cuentas y a ser objeto de indagaciones concernientes a su administración

Los funcionarios públicos, por tener en sus manos el manejo del dinero de los contribuyentes, deben ser absolutamente transparentes en su gestión y en la declaración de sus ingresos y de su patrimonio. Además, debe haber coherencia entre los lujos que se permiten y la remuneración que perciben por su desempeño en el cargo para el que fueron elegidos o que les fue asignado, si es que no cuentan con ninguna otra actividad o con bienes de su propiedad preexistentes a su desempeño en la función pública, que les generen una renta que les posibilite un alto nivel de gastos. Deben asimismo, por la naturaleza de su puesto, habituarse a estar siempre bajo la lupa de la ciudadanía, a una permanente rendición de cuentas y a ser objeto de indagaciones cuando un tema concerniente a su administración deba ser esclarecido. Así lo establece incluso la Declaración de Principios sobre la Libertad de Expresión de la CIDH: “los funcionarios públicos están sujetos a un mayor escrutinio por parte de la sociedad”. En ello, los medios de comunicación desempeñarán un rol fundamental.

Si un servidor público tiene un estilo de vida que raya en la opulencia sin haber tenido un pasado financiero boyante, despertará sospechas en la comunidad y por supuesto en las instituciones de control.