Sobrevivir desde el afecto y la ternura

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'Hoy el afecto y la ternura, así como la convivencia y el compartir ha permitido, como nunca antes, redescubrir estos valores esenciales'.

Quienes nacen y viven este mundo moderno conocen, y si no lo saben lo aprenden, que el ejercicio de esto en el mundo y con el mundo es acción y aprendizaje de sobrevivencia del día a día. Es habilidad y destreza adquirida antes que algo heredado. Hoy lo vemos en medio del efecto especial, grupal y familiar que determina el “encierro de autoprotección”. Pero esto de reunir grupos humanos ha destapado una verdadera caja de Pandora que la sociedad urbana no comprende. Han salido a la superficie problemas inimaginables. Además, otros que se creían olvidados u omitidos. Y como no hay lugar para la posible fuga, se ha tenido que hacer frente a esas situaciones conflictivas.

Viejos y nuevos enfrentamientos y situaciones psicológicas de la familia han salido a la superficie. Pero hay un aspecto muy singular: se ha redescubierto que se sobrevive desde el afecto y la ternura. Y esa no es otra cosa que una capacidad de ejercicio humano para tolerarse, comprenderse y abrirse al otro con afecto. Estar compartiendo con las mismas personas durante las 24 horas diarias da lugar a percibir valores humanos importantes. Uno de ellos es subsistir con lo mejor de cada uno: la riqueza y el potencial espiritual.

Para unos ha sido, y sigue siendo, un verdadero descubrir y encontrar que lo que más une a las familias, parejas, parientes, padres, hijos, abuelos, etc., no es tanto lo que la modernidad mercantilizada justifica y ofrece, sino la capacidad de cada ser humano de dar, recibir y compartir. Esto solo lo han podido “redescubrir” en el confinamiento, donde a cada uno le ha tocado aprender, comprender, tolerar y bien querer a sus compañeros de encierro. Así es como se han dado cuenta de que la familia no solo es parte básica de un grupo de humano transitorio sino de todos los integrantes de cada hogar. Por esto pueden vivir y sobrevivir con afecto y ternura. Darse cuenta de esto no se compra en el mercado, en los ‘malls’ y en las redes sociales, sino que es parte fundamental de las virtudes y soportes esenciales del espíritu humano. No se valorizaba esto. Hoy el afecto y la ternura, así como la convivencia y el compartir ha permitido, como nunca antes, redescubrir estos valores esenciales.