Columnas

Pedro Carbo y los libros en 1868

Ojalá las elites actuales sean 5 % de lo que él hizo y fue. ¿Despertarán del mediocre sueño?

Las élites socioeconómicas, políticas, profesionales e intelectuales del Guayaquil del siglo XIX, luego de la independencia, asumieron la tarea de crear una sociedad moderna. Su accionar no fue solo el comercio y agroexportaciones cacaoteras, tabacaleras y de paja toquilla. Fueron más allá de la idea estrecha que varios “historiadores” (?) y sociólogos, con precipitación y mucho desconocimiento, afirman: que los Gran Cacao eran solo hombres interesados en el dinero y el comercio. Esa es una visión e interpretación falsa. Lo grave es que algunos guayaquileños la repiten y reproducen. Pero la realidad histórica, su obra intelectual, sus ideas y otros evidencian otra cosa. Quienes yerran, que no son pocos, no conocen ni saben diferenciar qué caracterizaba su ‘ethos’ y ‘habitus’ respecto a los libros y los principios de la razón ilustrada y el proyecto moderno. Si los leyeran sabrían que esas élites eran portadoras, productoras y recreadoras de ideas y obras intelectuales de gran valía e importancia. Una de esas tareas fue la difusión del libro.

Carbo fue un criollo ilustrado y moderno que impulsó la circulación de ideas y el acercamiento de los guayaquileños hacia los libros. Sabía que la clave de la consolidación de la libertad política y del republicanismo y constitucionalismo de la época (1830-1900) -que fue una temporalidad económica, cultural y sociopolítica-, eran decisivas y determinantes para crear una provincia y un Ecuador modernos. Junto a otros ilustrados guayaquileños asumió esa tarea-acción. Se comprometió a incrementar el espacio y ámbito de la cultura letrada. Recuérdese que Guayaquil, por obra del centralismo y burocratismo colonial y poscolonial, no tuvo universidad sino en 1883 y precisamente como obra del accionar del liberal de Pedro Carbo. Esto lo comprendió bien. Por eso en 1868, decía: “Ahora mismo me veo yo empeñado en una cuestión, la cuestión del libro, cuyo orijen [sic] ha sido la moción que yo mismo hice en el Senado del Ecuador, a fin de facilitar la introducción a la república de las obras que sirven de textos para la enseñanza de los colegios i universidades…” (La cuestión de Libros).

Ojalá las elites actuales sean 5 % de lo que él hizo y fue. ¿Despertarán del mediocre sueño?