Los objetivos ocultos

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En el Ecuador macondiano, de hechos políticos insólitos, donde organizaciones, dirigentes y diversos actores (que fungen de líderes políticos) no son sinceros sino imitadores de tartufos, cínicos taimados y mentirosos compulsivos, cada palabra, propuesta y acción requiere una doble lectura y accionar hermenéutico para descifrar lo que ocultan y buscan.

No tienen un lenguaje metafórico sino metamentiroso, típico de sinvergüenzas, con poco talento y precaria racionalidad. Ejemplos: la idea de “la regalada gana” y “hago lo que quiero y no lo que digo”. Usan un lenguaje demagógico y encriptado. Confiesan ser sinceros, transparentes y honrados (pero no lo son). Su decir, hacer y actuar es lo que abona, cada día, la cuota puntual para la perversión-destrucción y desconfianza en la política, los políticos y sus decisiones-actuaciones hipócritas y desvergonzadas. Como la del expresidente Correa, que dijo que su primo no se fugaba sino que salió a EE. UU. para asistir al matrimonio de su hijo. O la del líder indígena que hablaba y discurseaba en perfecto español pero que en la Fiscalía, por la destrucción de los bienes patrimoniales de Quito en octubre de 2019, dijo: “solo puedo declarar en mi lengua materna”. Por eso exigió un traductor que dominara ese idioma.

Su dinámica en su constante accionar de sinvergüenzas siempre tiene “a flor de labios” lo que quieren que la ciudadanía crea de ellos, ocultando lo que realmente harán. Por esto la escena pública que ellos creen que construyen (y que en realidad destruyen), la han transformado en la zona gris, misteriosa y encubierta que debe tener traductor para comprender lo que en realidad pretenden. Y es que su retórica de los “objetivos ocultos” siempre disimula lo que realmente buscan, dicen y debemos esperar de ellos. Sin embargo, no se debe pensar que es calumnia de la prensa y plumíferos, como dicen los títeres del correísmo o cuando lo afirman los “líderes” y dueños de partidos. Lo cierto es que esta lógica de los objetivos ocultos se ha transformado en el modo común del decir-hacer de los políticos de pacotilla que tiene el país. Esto seguirá así hasta que la ciudadanía deje de ser espectadora y solo votantes de ocasión. Necesitamos ciudadanos críticos.