Sobre la cobra-escorpión...

De ella, la sociedad pasiva e indiferente no sale sino con acción política depuradora, crítica y participativa. Caso contrario la cobra-escorpión seguirá viva y reinando.
Una atmósfera de temor-terror se ha instalado en el país, cambiando el vivir en sufrir. Llegó al Ecuador con varias pandemias: biológica, sociopolítica, étnica y cultural. Fue inevitable y no se amortiguaron sus efectos. Primero, cólera; luego, dengue; después, covid y su duración que dejó más de 100 mil muertos. Vino junto a una crisis económica que mostró el origen estructural de pobreza, desempleo y sanidad. También llegó la podredumbre política y ética. En el proceso sociopolítico nacional, se anudó canallescamente con el autoritarismo caudillista, mesianismo, odio étnico, populismo socioeconómico y político, etc., haciendo más peligrosa la vida social, pues su mortecina pestilente inundó el país. Hoy es fuerza, política, norma y ley, con una correa atada a una política de corrupción y desvergüenza. Reproduce la corrupción-destrucción actuando como consigna-poder en políticos e instituciones. Ahí no terminó de formarse la cobra-escorpión. Surgió cuando el narcoestado y la narcopolítica se aliaron con las mortecinas políticas dando lugar a la medusa ecuatoriana, que alimenta y da vida a la bestial cobra-escorpión que se ha instalado en las instituciones de todo tipo: político, policial, judicial, militar, seguridad social, hospitales, asamblea y organizaciones políticas. En ese momento (situado en los últimos 25 años) todo el ambiente se infectó de temor y terror, que se reproduce como miedo cotidiano. Se da en todas las instituciones y espacios de poder, públicos y privados. Desde ahí acciona como un poder corrompido y corruptor que está en partidos y políticos. Sus creyentes hacen gala de analfabetismo constitucional y destrucción democrática que se da día a día. Actúa como un evento apocalíptico que ha instalado en la vida cotidiana una atmósfera de parálisis y miedo, a los sonidos y palabras. Hoy hasta la conversación y mensajes se tornan peligrosos. Se sobrevive en pánico, encerrado y rezando para encontrar salida de este agujero negro. Ya no acciona ni reacciona. Solo espera y confía en que la cobra-escorpión perezca y muera. De ella, la sociedad pasiva e indiferente no sale sino con acción política depuradora, crítica y participativa. Caso contrario la cobra-escorpión seguirá viva y reinando.