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Bolívar vs. San Martín. Caudillismo y omisión

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A dos siglos del encuentro no hay estudios ni análisis objetivos y certeros.

Los bolivarianos festejan hoy el nacimiento de su líder. Pero este líder de ayer, como muchos políticos actuales, distorsiona los hechos históricos. Lo hacen como práctica ideológica-política. También historiadores; así aparecen relatos glorificadores. Este accionar impone sus visiones sesgadas. Su método es: la historia solo se “conoce” en el hacer-decir de los caudillos. Así subordinan sociedad, contexto y hechos sociopolíticos a lo que ellos dicen y creen.

El encuentro de julio de 1822 en Guayaquil de Bolívar y San Martín tiene esto. Biógrafos políticos, bolivaristas y sanmartinianos promueven esas visiones. Hace dos siglos se reunieron los dos caudillos militares. Pasó el tiempo y aún el evento sigue en un laberinto de dudas. Los que “buscan” (?) la verdad histórica (que no existe), todavía no la encuentran. Están enredados en la telaraña apologética.

La mayoría de esos “estudios”-narrativas glorifican y atacan a uno y otro. Son discursos ideológicos de poca comprensión, mucha imaginación literaria y ocultamiento. Buscan favorecer a su caudillo preferido. A dos siglos del encuentro no hay estudios ni análisis objetivos y certeros. La mayoría de esas narrativas ignoran-ocultan que Guayaquil no solo fue un lugar de encuentro. Silencian a Olmedo. Pero la ciudad-puerto fue sobre todo y ante todo el aspecto central de la disputa, y Olmedo un obstáculo para Bolívar. Este lo defenestró y llenó de escarnio. Lo hizo porque el futuro de uno y otro dependía de quién se quedaba con Guayaquil provincia-región, así como sus recursos y ubicación estratégica para el combate final sobre el colonialismo español. Se silencia y omite que Guayaquil, libre e independiente, buscaba la autodeterminación y no la ocupación bélica, como lo hizo el caudillo venezolano. Había dicho: ¡Guayaquil por la patria! y ¡Guayaquil autónomo! del control y dominio de esos dos caudillos.

Bolívar ganó la partida. De esto solo hay mucha apología bolivariana (de Lecuna). En contrario, la biografía de Bolívar (Arciniegas), el cuento de Borges, la novela de Vargas Linares, Ahí le dejo la gloria (2013). Y los escritos sobre San Martín de Gabriel Lafond de Lurcy (1844). Por eso hay que ensayar un revisionismo histórico serio, crítico y riguroso.