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2022: seguir buscando

Avatar del Willington Paredes

El tiempo gris del 2021 no terminará. Angustia, temores, pérdidas humanas y económicas seguirán. Continuaremos con el destape de corruptelas que el correísmo bien ocultó. Todos quisiéramos que la institucionalidad democrática (a ratos débil y fallida, inconclusa e inestable) se fortalezca, pero no. Que la Asamblea tenga calidad, pero eso no sucederá. Una asambleísta, Gissela Molina, en un discurso autocrítico señaló: “Amigos, me da mucha vergüenza que la Asamblea realmente se ha convertido en eso, un mundo de pedidos… de chantaje… Lo digo con mucho conocimiento. Unos quisieran puestitos, como vimos haciendo a la Asamblea anterior; otros quieren impunidad, otros quieren librar a sus amigos de la corrupción; pero todos quieren al final del día… Nadie está aquí luchando por un pueblo. Todos por un interés. Y esta Asamblea se ha convertido cada vez más en la burla, en el irrespeto, en el reflejo de que cuando alguien viene aquí en risas, en abucheos, eso es la Asamblea hoy en día. Y así quieren que los respeten y así quieren que el presidente venga a comparecer aquí” (7/XII/2021).

Otros quisieran que la inseguridad cese, pues los sitios públicos son peligrosos. Seamos conscientes de que vivimos La sociedad del riesgo (1986) que advirtió Ulrich Beck. El coctel de pandemia, corrupción e inseguridad, precaria ciudadanía, mediocridad parlamentaria, farsante y mentirosa clase política, burocracia ambiciosa, etnocentrismo dogmático de algunos líderes indígenas, liderazgos tóxicos, no termina de morir. Subsisten como momias pestilentes.

Quisiéramos que el 2022 sea de milagros y provea la vacuna para los virus que nos destruyen. En tanto, persistamos en decisiones-acciones para construir el Ecuador que merecemos. Sigamos intentando crear el país real, abandonando el Ecuador absurdo y mentiroso. Las utopías son encantamientos hermosos, pero no realidades que concreten al Ecuador real y no el imaginado. Creer en la nación de políticos y propaganda es más atractivo que forjar el Ecuador del realismo concreto y no la tontería mágica (que no es posible porque la historia real solo se hace de lo que ella ha creado). El 2022 seamos realistas, sin mentiras ni demagogias, con una ciudadanía crítica y activa.