Columnas

Tenían que ser mujeres

"Un puñado de ellas muestra cómo la sensibilidad femenina, de por sí a años luz de la rusticidad masculina, logra éxitos que ya quisiéramos nosotros"

Desde los tiempos en que los cromañones las arrastraban de los cabellos y las poseían sin permiso, hasta estos en que las violan con la complicidad de un sistema que beneficia la impunidad, los hombres hemos abusado de la fuerza para imponernos a las mujeres. En todo. Baste este ejemplo: hace apenas 70 años que ejercen el derecho al voto y a ser elegidas en 150 países del planeta

La cantidad de filósofos, con Aristóteles a la cabeza, o líderes políticos y religiosos que las han menospreciado es tan grosera como sus dichos: “la mujer es un hombre incompleto: un defecto de la Naturaleza”, decía el divino griego. ¡Qué tierno! “Si tienen gran trasero y caderas anchas es para que se queden sentadas y atiendan su casa”, aportaba Martín Lutero, padre de la Reforma que partió en dos a la Iglesia Católica.

En época de charlatanes y tontos con ganas que nos gobiernan, vale la pena relievar estos datos. En China, un dictador esconde su crimen de lesa humanidad y en EE.UU. un cromañón Siglo XXI despedaza la palabra, las instituciones y los valores. De aquí no hablemos, por favor, porque los que nos dirigen son de llorar a lágrima tendida.

En cambio, un puñado de ellas muestra cómo la sensibilidad femenina, de por sí a años luz de la rusticidad masculina, logra éxitos que ya quisiéramos nosotros. Lideran países que han gestionado mucho mejor la pandemia, mezclando empatía y templanza con una dosis a la vena de transparencia informativa. Bella receta. Ángela Merkel en Alemania; Jacinta Ardern en Nueva Zelandia; Tsai Ing-wen en Taiwán; Sanna Marin en Finlandia; Erna Solberg en Noruega o Katrin Jacobsdóttir en Islandia, revelan que el sobrevalorado Aristóteles deberá esconderse cuando lo veamos en el Infierno, que es adónde pienso ir a pedirle cuentas a tanto miserable que nos ha “educado” o gobernado.

Ellas muestran que la inteligencia no tiene que ver con el género, que no es potestad de ninguno. Pero las mujeres son exitosas después de luchar por unos derechos que a nosotros nos llegaron en bandeja. Y entonces debemos mirarlas y con cara de yo no fui decirles, con admiración, lo evidente: ¡tenían que ser mujeres!