Premium

La muerte llama dos veces

Avatar del Rubén Montoya

¿Muerte cruzada? Las oportunidades son como los atardeceres frente al mar: los capturas en el momento justo o simplemente se desploman...

¿Pasa el mismo tren dos veces? ¿Nos da la vida en temas trascendentes una segunda oportunidad? Pienso que sí, pero muuuy rara vez. Y los costos pueden ser distintos.

Hace meses, en plena luna de miel popular, el presidente Guillermo Lasso coqueteó con jugárselo todo cuando su campaña de vacunación contra la COVID fue exitosa y, además, sabía que no contaba con la Asamblea Nacional, plagada de enemigos. No era mala idea convocar una consulta que le dé luz verde para gobernar y poder deshacerse de quienes lo querían -y quieren- como rehén. Intentar, en serio, sentar las bases educativas de un país que aún tiene una pobre cultura democrática y una tolerancia de fierro frente a la impunidad y la corrupción. Pero dejó pasar ese tren... Le faltó eso que se necesita en los grandes momentos de la vida. Sí, eso.

Hoy, el estado de depresión anímica y económica que vive la nación solo se ha acentuado. El rosario de índices económicos y sociales estancados o agravados no varía; por el contrario, algunos se acentúan. Por caso el desempleo, que ha sumado 100 mil víctimas en la calle; o la inversión a la baja en educación y salud, o las tasas del crimen que nos vuelven el segundo país más violento en Sudamérica. Si no fuera porque Nicolás Maduro sigue destrozando a Venezuela...

El viento de cola ya pasó: Lasso es un presidente que camina a ser impopular (35% de aprobación y a la baja), pero se suman las voces que le instan a que use el recurso constitucional de la muerte cruzada porque -y en esto no hay cómo contradecirles- con una Asamblea tan mañosa e inepta como la que tenemos no logrará que le aprueben ni medio artículo de ninguna ley. ¿El riesgo? Que no sean los opositores quienes reciban el voto-castigo. Ecuador, en eso, tiene bastantes ejemplos: alguien paga siempre la factura de la realidad. Y la que tenemos es, clínicamente, de hartazgo y depresión. ¿A quién cree el presidente que se la pasarán?

Como fuere, quizás él deba recordar que las oportunidades son como los atardeceres frente al mar: los capturas en el momento justo, o simplemente se desploman. Y ya se sabe lo que viene cuando el sol se guarda...