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Lasso y las primeras señales

Avatar del Rubén Montoya

En este barco estamos todos: el esfuerzo y la responsabilidad deben ser compartidos, empezando por el sector privado. ¿Será? ¿Lo respaldarán las élites?

En un momento histórico sin precedentes, Ecuador transita el último mes del gobierno de Lenín Moreno como quien cuenta los días para salir de vacaciones: es larga la expectativa. Moreno bien podría irse mañana y (casi) nadie lo extrañaría, salvo los que se repartieron los hospitales.

Acorde con esa espera que desespera, el presidente entrante tomó la iniciativa y tuvo dos gestos que alientan la tenue esperanza de que, en Carondelet, esta vez se siente un líder y no un jefe. Alguien que cumpla con su palabra, no que olvide sus promesas de campaña en cuanto se instale en las alturas. Aunque la verdad y la política nunca se han llevado bien, tomemos nota por si los vientos cambian de una buena vez. Ojalá.

La designación de su Frente Social es una buena noticia, porque la diversidad y credenciales profesionales de sus elegidos son adecuadas; hay allí 5 mujeres y 3 hombres que parecen estar muy capacitados. Y más allá de eso importa lo que Lasso declara públicamente: sabe que su palabra hoy se escucha y no teme poner la vara alta. Es un ejemplo: decirles a los colaboradores que no lleven parientes a sus carteras no es solo un gesto: es una señal. Y una orden. Acabar de un tajo con el poder repartido a familiares, amigos y entenados es un imperativo: las bandas que asaltaron nuestras arcas fiscales y nuestra confianza casi siempre han sido lideradas por compinches y familiares chuecos. Codiciosos. Piensen en los últimos gobiernos y recuerden la cantidad de hermanos, hermanas, tíos, padres, madres y otras hierbas que se guindaron de las tetas del Estado hasta esquilmarlas.

Y hay una segunda declaración, más importante todavía. Lasso rompe con la creencia perversa de que un presidente es el Mesías, el benefactor que repartirá los panes a quien estire la mano o solo está para las buenas nuevas. “Esta crisis va a tener que costarle a esta generación… y si no hacemos nada el costo será mayor”. En este barco estamos todos: el esfuerzo y la responsabilidad deben ser compartidos, empezando por el sector privado. ¿Será? ¿Lo respaldarán las élites?

Le tomamos la palabra. Por ahora, son buenas las señales.