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La autonomía que se necesita

Avatar del Rubén Montoya

La verdadera independencia de funciones necesita, sin duda, del absoluto respeto por los ámbitos de cada una. Pero requiere de mucho más que eso...’.

Al presidente Guillermo Lasso le gustan las palabras. Las usa para hacer declaraciones que lo acercan al electorado que lo respaldó para llegar a Carondelet y a cualquier demócrata principiante. El problema es cuando su retórica choca con sus hechos. Y ya sabemos cómo se conoce a los que dicen una cosa y hacen otra.

Le pasó con China, a la que criticó como la dictadura que es y luego se declaró, en buen romance, su admirador. Le pasó con su promesa de no crear impuestos; con la otra de generar empleo; con la adicional de no transar con los que él mismo calificó de corruptos… Ahora le pasa con su supuesta adhesión a la independencia de funciones.

La reunión que convocó el anterior fin de semana para protestar por el destrozo que hacen los jueces con el recurso de ‘habeas corpus’, era demagógica e innecesaria. Demagógica porque el mayor escándalo por el mal uso de ese recurso (el concedido al exvicepresidente y reo en funciones Jorge Glas) lo pudo impedir el mismo Gobierno, si su delegado en el SNAI hacía lo que tenía que hacer y no lo que hizo. ¿Por quién está libre Jorge Glas? ¿Por la justicia que no juzga o por el Gobierno que no actúa?

Y fue innecesaria porque la Corte Constitucional, como ya había hecho en noviembre pasado, no solo que no acudió a su llamado, sino que le dio dos clasecitas de derecho, elementales, para que recuerde que cada función del Estado tiene sus obligaciones… y sus límites. Autonomía le llaman en democracia.

La verdadera independencia de funciones necesita, sin duda, del absoluto respeto por los ámbitos de cada una. Pero requiere de mucho más que eso. Por ejemplo, el deterioro ético -en fase terminal- de nuestra función Judicial y su ineptitud grosera puesta al servicio de quien mande, persiga o pague, no los van a arreglar unas ‘jurisprudencias’ sobre el ‘habeas corpus’. Ni unas declaraciones que no se sostienen en los hechos. Se requiere conformar, en un proceso transparente de verdad, riguroso de verdad, un cuerpo colegiado donde mujeres y hombres valiosos tengan la sabiduría de administrar uno de los dos valores fundamentales de la condición humana: la justicia.