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La amnistía inolvidable

Avatar del Rubén Montoya

Porque hay algunos que jamás serán amnistiados por la memoria

La palabra amnistía la heredamos del griego y significa olvido. Utilizado como un instrumento jurídico es el perdón que concede el máximo órgano legislativo de un país a una persona o varias, sobre los delitos que han cometido o de los que se los acusa y están investigándose. Se la otorga con una finalidad: buscar la paz social y, por eso, históricamente se la ha asociado a delitos considerados políticos (como la resistencia o, incluso, la rebelión armada) y no a los delitos comunes, ni menos a los violatorios de los derechos humanos. No es un delito común, por ejemplo, darle una golpiza al que piensa distinto, ni secuestrar al que quiere informar lo que está aconteciendo.

¿Tienen que ver estas características con la amnistía que acaba de conceder la Asamblea Nacional a favor de 268 personas? Veamos: el meollo de los perdonados estaba siendo procesado por los delitos cometidos en la protesta de octubre de 2019. ¿La olvidaron? Quito no creo: fue sitiada 11 días, en los cuales los “luchadores sociales” (así les llaman los asambleístas perdona vidas) incendiaron propiedad privada, vejaron a personas, secuestraron a periodistas y policías, invadieron haciendas, quemaron la Contraloría, usaron bienes públicos como si fuesen propios e inservibles… Ambato tampoco: la dejaron sin agua. Ecuador no debería olvidarlo: fue paralizado en nombre de una justa protesta social, devenida en saqueo, violencia y destrucción.

El perdón otorgado significa olvido. Es decir que el delito -y no solo la posible pena- ya no existe; no ocurrió y, por tanto, no se puede anotar ni como antecedente. Así es una amnistía. Y, precisamente por eso, debiera concederse en casos absolutamente excepcionales, justificados por los cuatro costados y explicados al pueblo, para que entienda y también perdone.

Y como ya no se puede decirles ladrones a los ladrones, vándalos a los vándalos, saqueadores a los saqueadores, cínicos a los cínicos ni farsantes a los farsantes que lo que buscaban era robar, saquear, silenciar, destruir, vejar… entonces solo voy a preguntarme algo, siempre que recuerde lo hecho por esta Asamblea Nacional: en realidad, ¿dónde están los delincuentes?

Porque hay algunos que jamás serán amnistiados por la memoria.