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Intervención al sistema de Salud

Avatar del Roberto Passailaigue

Cuando la corrupción es la norma, la intervención es un deber

El vicepresidente, Dr. Alfredo Borrero, en la posesión de la ministra de Salud Ximena Garzón expresó que “la realidad de la salud ecuatoriana es deplorable”. En el recorrido efectuado en los últimos días a los establecimientos de salud, pudo percatarse de que no existen medicamentos, que están operando con el 40 % de capacidad en ciertos hospitales y sin todos los quirófanos habilitados, habiendo recibido maltrato en el ingreso; y si así es con el vicepresidente, ¡cómo ha de ser con los usuarios! “Vamos a intervenir en el Sistema Nacional de Salud, dijo, para eliminar los malos manejos que se prestan a la corrupción. En este gobierno del encuentro vamos a cambiar el sistema de salud, para lo cual pidió la colaboración de la ciudadanía y de los funcionarios de la institución, para desarrollar las labores en el sector en beneficio del país”. Toda la ciudadanía estará de acuerdo con esta intervención en el Sistema Nacional de Salud y en las instituciones que prestan atención hospitalaria. Por más que sean del IESS, como institución autónoma e independiente, hay que hacerlo, utilizando los recursos legales que existen para el efecto. Las intervenciones son medidas administrativas legales que se adoptan para solucionar problemas de las instituciones que no pueden ser solucionadas por ellas mismas, por lo que debe existir una autoridad externa que ayude a encontrar soluciones a esos graves problemas. Por más autónomas e independientes que sean estas instituciones públicas, no pueden convertirse en un mundo aparte, sin responder ante nadie por su accionar caótico e irresponsable. La autonomía no significa autarquía y cuando la autonomía es utilizada para la corrupción es obligación de los órganos públicos de control intervenir para solucionar el o los problemas.

“La salud en Ecuador está enferma”, dijo el vicepresidente y dicho por un médico de prestigio como lo es, hay que tomar medidas urgentes y radicales, y así con el resto de instituciones que se escudan en la autonomía, para actuar irregularmente. Cuando la corrupción es la norma, la intervención es un deber.