Columnas

“Nos vamos todos pal hoyo”

'Estamos en casa, mientras ellos pronto estarán en los hospitales jugando sin querer, a la ingrata tarea de ser Dios y escoger quién vive y quién muere'.

La epidemia comenzó el 1 de diciembre/19. Luego, 8 médicos fueron detenidos en Wuhan a principios de enero por difundir rumores de un brote del mortal Covid-19. Enero. ¿Estamos en marzo, no? Si hubiéramos clausurado el país a fines de enero, el virus no hubiera ingresado.

Tonces, el virus está entre nosotros porque lo dejamos entrar, esperando con la bocota abierta a que llegue, para ahí recién cerrar las fronteras. Singapur controló el CV porque tomó medidas 2 días después de que China anunciara la epidemia. Aquí… ‘relax’. El 2 de marzo se autorizó la realización de eventos masivos en Guayaquil. Pero como vivimos en el mundo konitos, “este es el momento de la unidad”. Qué pena. Reconozco los denodados esfuerzos del Gobierno. Pero hay que señalar los errores. Y ponemos los puntos sobre las íes, o “nos vamos todos pal hoyo”, como dice en su desgarrador mensaje una doctora madrileña: “no hay respiradores… A muchos pacientes se les tiene que sedar y cogerles de la manita porque la familia no puede estar con ellos ayudándoles a morir para liberar respiradores para la gente menor de 65 años… Tienen que cerrar Madrid de una vez y dotarla de material porque si no, no se va a poder frenar la propagación de este bicho hijo de…”. Madrid llegó al mismo punto de Italia: los médicos tienen que escoger quién vive y quién muere. ¿Tenemos ya respiradores y todo lo necesario para la carga de gente que, así se paren de cabeza y nos digan que todo está bajo control, va a infectarse? ¿Estamos listos o vamos a esperar 2 meses para actuar? Pero antes: ¿tenemos el dinero? ¿O el gobierno va a ser tan “sensato” de destinar mil millones al pago de la deuda? Primero la gente señores, después los acreedores.

Lamento la dureza de mis palabras en circunstancias como estas. Pero en el mundo hay gente que se la está jugando para que otros sobrevivan. Merecen nuestro mejor esfuerzo. Es que somos privilegiados. Estamos en casa, mientras ellos pronto estarán en los hospitales jugando sin querer, a la ingrata tarea de ser Dios y escoger quién vive y quién muere. Aquí también va a pasar si no lo impedimos.