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El tigre de la Zona Rosa

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Según Roberto Cuero, un pobre subteniente de Policía manipuló un parte contra el gobernador en tiempos de correísmo y no le pasó nada. Nos toma por imbéciles’.

Cada vez que el correísta Roberto Cuero toma la palabra en la Comisión de Fiscalización de la Asamblea, de la que forma parte, empieza diciendo: no-por-mucho-madrugar-amanece-más-temprano. Luego habla durante cinco, diez minutos sobre los fracasos del gobierno, vengan a cuento o no (el otro día, por ejemplo, se discutía un informe sobre Yachay y él se explayó hablando sobre la criminalidad en Guayaquil), y termina invariablemente con estas sentidas palabras: no-por-mucho-madrugar-amanece-más-temprano. Pieza de sabiduría popular con la que quiere sugerir a la Comisión que vaya más despacio; que ese informe sobre las universidades del correísmo bien puede aguantar un mes más guardado en un cajón; que la investigación sobre Coca Codo quizás avanza demasiado rápido; que el expediente de Petrochina estaría bien para el año próximo; o para nunca. Ahora que la socialcristiana Soledad Diab y el disidente de Pachakutik Bruno Segovia forman un frente unido con Cuero y los suyos, es probable que sus sueños se vuelvan realidad: si las cosas salen como las ha planeado la nueva mayoría, este señor puede terminar como presidente de la Comisión de Fiscalización.

Roberto Cuero fue el primer funcionario del correísmo que perdió su cargo por acusaciones de corrupción. ¡No es decir poco! Hay que haber metido la pata hasta las orejas para que el gobierno más corrupto de la historia no pueda cubrirlo a uno. En su caso, hubo un escándalo de extorsiones y prisiones arbitrarias que involucró a los comisarios de Policía a quienes él, como gobernador de la provincia del Guayas, había puesto a cargo de los operativos de control de bares y discotecas (por no hablar del caso de tráfico de visas). Entre esos comisarios figuraba su novia de ese entonces (hoy esposa), Jacqueline Hurtado.

Cuero clama que la justicia y la Contraloría lo exoneraron de culpa. Y sí, los corruptos Galo Chiriboga y Carlos Pólit lo hicieron. De toda esa sucia historia, sin embargo, queda en pie un documento que Cuero lleva clavado como espina en el trasero: el parte policial del 1 de marzo de 2012, firmado por el subteniente Diego Valencia, que esa noche recorría los bares de la Alborada asegurándose de que todos respetaran el horario de cierre cuando encontró a Cuero y su novia en una discoteca. El entonces gobernador lo intimidó, lo maltrató y lo mandó sacando. “Yo me voy a quedar en el bar hasta la hora que yo quiera”, zanjó iracundo. Ahora anda diciendo que en esa época era objeto de persecución y linchamiento mediático. Sobre el parte policial tuiteó este martes: “es una verdad a medias, manipulada maliciosamente”. O sea que un pobre subteniente de Policía manipuló un parte contra el gobernador del Guayas en época de correísmo y no le pasó nada. Nos toma por imbéciles.

Esta semana, el portal 4 pelagatos le recordó su pasado y el de su mujer. Cuero vertió lágrimas de cocodrilo: “¡Con la familia no se metan, cobardes!”. Sus compañeros de bancada no tardaron en secundarlo: “Solidaridad contigo”, “Rechazamos esta infamia”, “Fuerza hermano”... Fausto Jarrín, Comps Córdova, Paola Cabezas... Todos salieron con la misma babosada sentimentaloide, como si Jacqueline Hurtado no fuera, antes que su esposa, una exfuncionaria pública acusada de corrupción. Utilizan los valores familiares para encubrir sus trapos sucios con una desvergüenza que da grima. Así que ojo con este cínico: está en plan de arrebatarle la Comisión de Fiscalización de la Asamblea a Fernando Villavicencio. Cualquiera sabe para qué la quiere.